Queridos votantes del PP: Espero que al recibo de esta disfrutéis de buena salud, máxime si moráis en zonas de gobierno autonómico popular bastante proclives a las privatizaciones sanitarias.
Pienso que lo mejor de las vacaciones, para quienes pueden disfrutar de ellas, es el regreso, el reencuentro con las cosas cotidianas que conforman el día a día. Y, por supuesto, contarlas o compartirlas en las redes sociales.
Reconozco que el titular de esta mirada es algo peculiar, pero todos hemos aprendido a leer y escribir con la susodicha frase, que, por otra parte, es una verdad casi universal.
En los momentos de bonanza económica (esos paréntesis entre dos crisis) se suele producir el fenómeno de la eclosión de lo que el pueblo, con ese sentido de la precisión lingüística que lo caracteriza, ha dado en llamar “piojos revividos”. Para definir a esta especie acudo a la definición de una buen amiga, Ana Belén Jiménez Rojas, que en su diccionario jameño los ha definido con quirúrgica precisión: “Diccionario jameño de Josefa Rojas. Today: "Piojo revivío".
Entre los muchos personajes y personajillos que habitan en nuestra geografía existe el que podríamos clasificar como malfondinga prepotentis y que casi toda la gente sencilla ha tenido que sufrir alguna vez.
Aplicase en nuestro solar patrio la expresión “chorizo” al ratero de poca monta, y, por extensión a toda persona cuyos ingresos se obtienen de forma de dudosa legalidad.
El primer sueldo que cobré en mi vida fue de 1840 pesetas de las de 1977, como aprendiz en un taller de troquelado de Barcelona; era el salario de una semana de 46 horas trabajadas; mu ultima nómina, ya en Alhama fue de algo más de 800 euros, por, creo, 28 días de trabajo con jornadas de 8 horas.
Francamente, a mí que Rajoy dimita o no dimita me da exactamente igual; que convoque elecciones o a un combo de aduladores para celebrar con una mariscada que está contentísimo de haberse conocido, me importa bien poco.
Reconozco que incluso yo tengo alguna dificultad para traducir el titular a una expresión más sencilla, pero precisamente, ese es el juego.
En su momento escribí sobre las manos artesanas, creo conveniente hacerlo hoy sobre las mentes pensantes, es decir, sobre aquellas mentes capaces de analizar, captar, y entender la realidad y hacer propuestas para cambiarla.
Estoy convencido de que a pesar de los Bárcenas, los eres y toda la suerte de corruptelas que nos ensucian el aire que respiramos, aún es posible asomarse a la ventana o el balcón y respirar aire limpio.