Igual que cada uno de nosotros es quien es por su biografía personal, su historia y sus circunstancias, en los pueblos ocurre otro tanto de modo que Alhama es la suma de su pasado y su presente.
Y entre ese pasado están las tradiciones, esa forma de cultura que es la auténtica por ser creada directamente por el pueblo y para el pueblo. En estos tiempos de aldea global en la cual parece imperar un tipo de pensamiento si no único si unánime dentro del cual parece normal celebrar una fiesta tan ajena a nuestras costumbres y tradiciones como la de Halloween (noten que he tenido que escribirlo en inglés para hacerme entender) tenemos el deber de preservar nuestras fiestas tradiciones y costumbres para nuestra descendencia.
No tengo la más mínima duda de que entre las cosas que nos identifican y diferencian a los alhameños de los de otras tierras se encuentran nuestro carnaval, nuestra romería que nació laica aunque posteriormente le hayan querido dar un matiz religioso y nuestra candelaria. Estoy convencido de que lo que realmente da la cabal idea de la esencia de un pueblo es su forma de divertirse, la forma en que emplea el ocio, porque solo en el ocio se manifiesta la persona como quien es y como es. Por ello bienvenidas sean todas las iniciativas de ocio, diversión y solaz; pero no nos olvidemos de las nuestras, de las que hemos recibido de nuestros mayores, porque ese es el patrimonio cultural que nos toca heredar, conservar y trasmitir a quienes nos precedan.
Vienen estas reflexiones de hoy a cuento de que está bien que se potencie la Fiesta del Vino en este su segundo año, pero tampoco está de más no olvidarnos de que después de ese sábado nos llega el 2 de febrero, Fiesta de la Candelaria que con sus candelas, sus coplillas, a veces picantes, sus tragos de vino o de chocolate y sus merceores pondrán calor a la noche alhameña y harán que las risas, bromas y vaivenes de las niñas, tenga la edad que diga el carné de identidad la que está en un merceor siempre es una niña, creen una noche en la que surgirán las conversaciones, anécdotas y convivencia vecinal para divertirse. Nada más, pero tampoco nada menos.
El primer fin de semana que nos trae el mes de febrero viene con dos fechas señaladas en las cuales disfrutar los de aquí y los que vengan de otros sitios de dos días en los que el vino, la gastronomía y todo lo que esto trae asociado serán los grandes protagonistas. No nos olvidemos de eso, de que son don días y dos fiestas distintas y que las dos merecen por igual todo nuestro apoyo, el de los ciudadanos de a pie y el de las autoridades. Lo dicho que, según el dicho torero, si el tiempo y la autoridad lo permiten, el 1 y el 2 de febrero a disfrutar de la Fiesta del Vino y de la Candelaria. Allí nos vemos.