A la muerte de Felipe Martín Chica, mi amigo del alma.
Inicio este relato con una breve historia de mi maratón hospitalario entre los 74 y 77 años.
Parece que fue ayer, pero cuando ajusto la cuenta "por lo fino", resulta que me salen casi los setenta años.
La compasión y la caridad, son dos valores que ahora se cotizan a la baja.
Este verano, aprovechando las mejores noches de nuestro peculiar verano, y por razones que no vienen al caso, decidí dormir en una de esas tibias noches de julio, en mitad del Llano, a la intemperie y en la tierra, que ahora llamo "mi motor", y antes era "la haza de Los Pilancones".
El otro día, una persona de la que me fío bastante, y que sabe bien de lo que habla, me dijo muy serio: 'Juan Miguel, tienes un corazón que no te cabe en el pecho".
Hace unos días, alguien de nuestro grupo de Facebook, dijo algo así como que, “es indiscutible que Ventas tiene mucho más patrimonio histórico, cultural y paisajístico que Zafarraya”, y se quedó tan pancho, o pancha, que me suena más que fuera mujer.
Movilizaciones en el campo
No somos viejos, es que simplemente "nos ha llegado la tarde".
Ya recé a mi Dios, que es el Dios de Spinoza, / que es un Dios, tan magnánimo y piadoso / que, ni premia, ni castiga, ni se inmola, / ni ha catedrales, ni pompas, ni oros.
Cuanto nos hubiéramos ahorrado en España si los prepotentes, inútiles y patrioteros militares de finales del siglo XIX, hubieran olvidado a tiempo sus ínfulas de potencia imperial.