Nosotros, que escuchamos, / no podemos cerrar los ojos, / no podemos callar, / no podemos olvidar, / porque callar / es complicidad.
Se le va descubriendo poquito a poco por sus leyendas, por sus casas solariegas, por sus mazmorras, por su casa cuna, por su primer hospital de sangre, por su iglesia mantenida por familias adineradas de bien.
Pudiera ser que tú y yo, / en este instante breve y luminoso, / seamos más que carne y deseo, / más que historia o casualidad.
Desde mi lecho de arena / te vi, amazona ufana, / altiva, desafiante, / sobre tu jaca alazana.