Es el lema que por doquier se encuentra por esta pequeña isla, la más occidental del grupo de Sotavento, tiene 193 km² y unos cien mil habitantes dispersados en torno a la capital Oranjestad, a unos 30 kilómetros de las costas de Venezuela [concretamente de la península de Paraguaná].
Es el lema que por doquier se encuentra por esta pequeña isla, la más occidental del grupo de Sotavento, tiene 193 km² y unos cien mil habitantes dispersados en torno a la capital Oranjestad, a unos 30 kilómetros de las costas de Venezuela [concretamente de la península de Paraguaná].
Pude disfrutar como nunca en esa coqueta y sorprendente Gustavia, la capital insular parece salida de un cuento de hadas, cualquier rincón de Córcega puede evocarte esa idílica imagen de la liliputiense ciudad insular que rebosa historia y te hace pensar que en este mundo todavía queda gente sensata, gente que hace tener un poco de esperanza en el mañana.
Posiblemente una de esas citas que se hizo esperar y eso que fue el primer lugar que, cuatro décadas atrás, habíamos elegido el grupo de amigos para ir por primera vez al Nuevo Mundo.
Estamos ante otra minúscula isla que entró en la historia en 1493, con la llegada de Cristóbal Colón. El Almirante la bautizó con este peculiar nombre por su forma rectilínea que le recordaba a la anguila; calcárea, presenta una superficie relativamente plana con la excepción de su máxima altura Crocus Hill que alcanza los 710 metros.
¡Tantos años soñando con el paraíso de las Vírgenes y cuando llegó la ocasión, me encuentro una tierra totalmente devastada tras el paso del huracán!
Fueron localizadas por Cristóbal Colón en su tercer viaje, en 1498, cuando llegó hasta las actuales costas venezolanas. Recordemos que los británicos las agruparon en islas de sotavento y barlovento.
En el segundo viaje del Almirante fue cuando el médico de la expedición escribía en su cuaderno, tras 38 días de navegación, que la noche del 2 de noviembre de 1493 Cristóbal Colón ordenaba a todos estar en guardia porque el estado de los vientos indicaba que había tierra en la zona y apareció, ante sus ojos, la Deseada [nombre con el que se bautizó ante las ganas de los expedicionarios por encontrar tierra]: era el alba del 3 de noviembre cuando divisarían también Dominica y María Galante [a una la bautizó con ese nombre por ser domingo y a la otra por el nombre del barco en que viajaban].
Otro de esos puntos que aparecen en el mapa, no fácil de ubicar, pero ahí está, a pesar de su liliputiense tamaño y su peculiaridad de pertenecer a dos naciones: su carretera circular apenas necesitará más de un par de horas para recorrerla en su parte perimetral.
Fue descubierta por Cristóbal Colón en su cuarto viaje, en junio de 1502 y, como otras de las pequeñas islas de las Antilllas, fueron ignoradas por los españoles y acabaron convirtiéndose en un refugio para todo tipo de aventureros (corsarios, piratas, filibusteros) que estaban en ellas a la espera del paso de los galeones españoles (aunque tampoco dejaban la oportunidad si el navío era de otra nacionalidad, fue sin duda la edad de oro de la piratería y algunos llegaron a ser condecorados por Su Graciosa Majestad Británica) que osaban surcar esas aguas (recordemos que se llegó al compromiso de montar el galeón de La Habana para emprender en conjunto el regreso a Europa) que acabarían siendo incorporadas a los dominios de la Corona Inglesa.
Las islas de San Vicente y las Granadinas se localizan al norte de Granada, por debajo de Santa Lucía (será nuestra próxima etapa). La mayor es la que da nombre a un país que tiene 389 kilómetros cuadrados y algo más de 110.000 almas (más del 90% en ella y unas 10.000 en el resto de islas que, en muchos casos, tienen sus propios y vistosos sellos de correo).
Hace poco más de tres décadas visitaba, por primera vez, el denominado Caribe Francés: fue un viaje extraordinario y sorprendente por cuanto en nada se parecía al Caribe Español (léase Cuba, Dominicana o Puerto Rico donde el idioma te hace disfrutar de ese legado común que, sin querer, afectará al resto de emociones toda tu vida). Aquel tiempo inicial en la isla francesa me hizo ver que realmente, a veces, lo preconcebido no siempre coincidía con la realidad.