Fue descubierta por Cristóbal Colón en su cuarto viaje, en junio de 1502 y, como otras de las pequeñas islas de las Antilllas, fueron ignoradas por los españoles y acabaron convirtiéndose en un refugio para todo tipo de aventureros (corsarios, piratas, filibusteros) que estaban en ellas a la espera del paso de los galeones españoles (aunque tampoco dejaban la oportunidad si el navío era de otra nacionalidad, fue sin duda la edad de oro de la piratería y algunos llegaron a ser condecorados por Su Graciosa Majestad Británica) que osaban surcar esas aguas (recordemos que se llegó al compromiso de montar el galeón de La Habana para emprender en conjunto el regreso a Europa) que acabarían siendo incorporadas a los dominios de la Corona Inglesa.