Conoció el hambre y el frío, / la pobreza y el desprecio; / y el trabajo mal pagado...
Desde apartados rincones / los grillos lanzan al viento / la estridente melodía / de sus toscos instrumentos.
Mi padre, hombre sencillo y sin grandezas, / fue espíritu sensible, un alma pura.
Quiero escuchar el canto de los pájaros, / las voces del gañán y del carrero, / el silbo del pastor / como antaño lo oí.
Sobre las frescas aguas / del río Marchán / navegan sinfonías / de ruiseñores.
Octubre de 1971: con un pelado de quinto recién licenciado, me incorporo por fin al que ha de ser mi trabajo durante muchos años: la escuela.
Y, en su honda ternura sufrida / borda el sueño en ese pequeño, / que hoy, es la razón de su vida, / desvelo y entrega en su esfuerzo…
Me duele en las entrañas, / como si fuera propio, / el dolor que padeces.
Mi poema, dedicado en especial prender el amor por la lectura, lleva en su más profundo sentido el efecto noble de ir creciendo en valores que conlleva una buena lectura.
Han pasado los años, / pero nunca borraron tu recuerdo.