Aquella calle empedrada / regada al amanecer, / olor a tierra mojada, / olor a campos de mies.
Mas no logré encontrar / pescadores ni niños. / Ni las sábanas limpias extendidas / sobre las piedras blancas.
Con sus viejos pupitres, / con sus ventanas altas.
Un hogar que te espera, / la puerta siempre abierta, / y un regazo materno / que invita a descansar.
Estas palabras ponía yo en boca de tu querida Alhama, río Marchán, y lágrimas amargas brotaban de sus ojos de “niña mimada” de aquel rey moro de Granada.
En ella se acumulan desengaños, / mentiras y traiciones, / el miedo y el dolor.
Si estos versos que escribo / alguna vez evocaron recuerdos…
(Despedida actual temporada)
Te hicieron pronto abandonar el nido / de aquel viejo tejado protector.
Un día, no muy tarde, zarparemos, / en veleros de luz.
Recuerdo aquellos atardeceres invernales, allá en mi antigua casa del Carril.