¿Dónde van los besos cuando no se dan?

Tal vez se refugian en sueños ajenos, / en manos vacías que tiemblan por el amor...

¿Dónde van los besos cuando no se dan?

¿Dónde van los besos cuando no se dan?
¿Se pierden acaso en los pliegues del viento,
como hojas caídas que lleva el otoño,
o en ríos callados que se secan por dentro?
¿O se encienden en el alma, sin ser oídos,
ardiendo como brasas que nunca se apagan?
¿O se acurrucan en labios callados
de silenciosos deseos?

¿Dónde van los besos cuando no se dan?
¿Se quedan dormidos en noches de espera,
o vuelan al cielo como juramentos,
susurrando al aire promesas eternas?
¿Se ocultan en las sombras de las noches solas,
y se funden con la luna, con las estrellas rotas,
como la sal del mar, como el polvo del tiempo?

Tal vez se refugian en sueños ajenos,
en manos vacías que tiemblan por el amor,
gritando en el viento, buscando un abrazo,
o en almas que arden y nunca se encuentran.

Quizás no se pierdan, quizás no terminen,
tal vez solo aguarden el tiempo y el lugar,
para renacer como flores de fuego
en bocas que un día se atrevan a amar.

Quizás se queden en la memoria del viento,
en los sueños que nacen sin que nadie los vea,
esperando la lluvia que los pueda despertar,
cuando el alma se atreva a volver a soñar.

No se pierden, no se callan, no se mueren,
se quedan en cada rincón de la carne viva,
esperando el momento en que la boca se abra
y estalle el amor como un grito profundo.
¡Entonces, el alma arde y el cuerpo se olvida!

Jayena, diciembre 2024.