Ando, lo confieso sin rubor, cabizbajo, melancólico y apagado tras el nombramiento de Juan Manuel Moreno Bonilla como nuevo líder indiscutible e indiscutido del PP andaluz.
Sin llegar a los extremos de la omertá siciliana (el que habla, muere, el que calla vive), la ley del silencio está firmemente establecida en nuestros usos y costumbres de ácratas vocacionales.
Una cierta melancolía se ha adueñado de mí, tal vez por la lluvia o acaso por el chaparrón de disparates e imbecilidades que salen de la boca de nuestros gobernantes. No lo sé.
Igual que cada uno de nosotros es quien es por su biografía personal, su historia y sus circunstancias, en los pueblos ocurre otro tanto de modo que Alhama es la suma de su pasado y su presente.
Ya tienen el Boletín Oficial del Estado para dejar constancia de las leyes que su mayoría absoluta les permite legislar (para una minoría muy minoritaria, por cierto).
Como suelo hacer con harta frecuencia, para desespero de los incautos que se asoman a mis miradas, entro hoy en materia de la que mi ignorancia es oceánica y mi saber diminuto charquillo.
Esa es la triste realidad a la que debemos hacer frente: No podemos contar ni con los Magos de Oriente para que nos traigan los regalos, ni con “dioses, reyes ni tribunos” para que nos traigan la salvación.
Según el calendario estamos en los últimos días de este año 2013 del que pocos recuerdos buenos podemos tener los sufridores españoles, que somos casi todos menos una minoría privilegiada.
Tengo una gran deuda contraída con Alhama y con los alhameños, lógicamente con algunos más que con otros; pero en todo caso es una de esas deudas impagables por que es de gratitud.
Aunque suelo enriquecer mi lenguaje oral con algún que otro vocablo malsonante, en mis escritos procuro siempre eludirlos, el titular de la mirada de hoy lo ha escrito prácticamente Cristóbal Montoro al afirmar que “el PP volverá a ganar las elecciones porque los mercados no son gilipollas”.