Acaba la semana laboral con este viernes 21 que trae también el fin del verano, al menos desde el punto de vista del calendario y la astronomía, la ciencia que mira más alto.
Acaba la semana laboral con este viernes 21 que trae también el fin del verano, al menos desde el punto de vista del calendario y la astronomía, la ciencia que mira más alto.
El 15 de septiembre es el Día internacional de la Democracia, lo cual es bueno recordar, para recordarnos que el ejercicio de ese sistema es algo más que votar cada cuatro años.
No sé si es muy verde el camino de los Ángeles, pero que va a la ermita del mismo nombre, es algo que no se puede negar.
Anda septiembre queriéndose asomar a los calendarios trayendo el otoño de la mano y andan colegiales y estudiantes con esa mezcla de tristeza y alegría que el nuevo curso trae.
Como todos los niños de mi generación, e incluso de generaciones anteriores yo también he jugado a las bolas, a la lima, a batallas campales y a todo cuanto la imaginación o el capricho del momento dictaminase.
Hace ahora poco más de un año, titulaba una de mis mirada “Todos a la cárcel” y en él me congratulaba de la noticia de la creación de un museo en el antiguo edificio de la cárcel.
Hasta donde alcanzo a saber, en Andalucía aun no se cobra nada a los alumnos que lleven la tartera con la comida de casa; por no saber, tampoco sé si se dan casos o no en nuestra comunidad de niños que se vean obligados a llevar tartera al cole.
Como habitante de un rincón del sur de Europa soy un decidido partidario de la siesta, máxime en esta época veraniega en la que sólo hay una buena razón para estar en la calle después de comer: Que estés trabajando.
Nunca he estado tan de acuerdo con nadie como lo estoy con Doña Esperanza Aguirre en la cuestión de las desapariciones de los subsidios, subvenciones y mamandurrias que engullen los dineros públicos vorazmente, lo último no lo dijo ella, es de mi cosecha.
Me apropio del parte del título de una genial e hilarante novela de Enrique Jardiel Poncela, “Pero, ¿Hubo alguna vez once mil vírgenes “, para esta mirada asombrada ante el número de políticos que un diario digital escorado hacia la extrema derecha calcula.
No faltan en el rico idioma nuestro adjetivos con los que calificar la situación del país y de la ciudadanía que lo habita; pero quizás el más claro sea el de fastidiado, ciertamente existe otro aún más claro y castizo, pero la más elemental cortesía y respeto a mis lectores me impide usar expresiones malsonantes.