Se afirma que todas las ideas son respetables, cosa con lo cual no estoy de acuerdo en absoluto; no creo que las ideas sostenidas por el Partido Nacional Socialista Alemán de los años treinta sean dignas de respeto sino del más absoluto repudio.
Tampoco creo que todas las personas sean respetables si en su conducta no lo son, ni que el hecho de que personas que profesan una idea respetable y tiene conductas censurables contaminen esas ideas. Como ejemplo diré que algunas de las ideas que se encuentran en los evangelios me merecen respeto con independencia de que existan curas pederastas o en la historia hayan existido papas fornicadores. “En verdad, nada hemos traído de este mundo, ni cosa alguna podremos llevarnos de él. Teniendo con que alimentarnos y vestirnos, sintámonos con ello contentos. Pues los que quieren enriquecerse caen en la tentación, en lazos y en muchas codicias insensatas y funestas que hunden a los hombres en la ruina y la perdición. Porque la avaricia es la raíz de todos los males, llevados de la cual, algunos se apartaron de la fe y se infligieron a sí mismos muchos dolores”. Para mi estas palabras son tan respetables y dignas de tener en cuenta ahora que cuando las dirigió Pablo a Timoteo y el hecho de que prácticamente toda la cristiandad las ignore no las hace menos ciertas.
Por lo mismo no creo que el hecho de que haya gente que se llama de izquierdas y se aprovecha de los cargos públicos para enriquecerse ilícitamente haga que las ideas “de izquierda” sean menos respetables. Por ideas de “izquierda” entiendo el predominio de lo público sobre lo privado en cuestiones de salud, enseñanza y bienestar social, la prevalencia de la justicia sobre la caridad y la economía encaminada al bien común; es decir, esa función social que le asigna incluso nuestra constitución que ya en su artículo primero declara que “España se constituye en un Estado social y democrático de Derecho, que propugna como valores superiores de su ordenamiento jurídico la libertad, la justicia, la igualdad y el pluralismo político”.
Cuando reclamo de los poderes públicos que garanticen que todos tengan acceso a la vivienda, a la sanidad, a la educación y a un vida digna no me estoy enfrentando a nadie, simplemente reclamando que se cumpla la constitución, en todos sus aspectos y no únicamente en el de la bandera y la jefatura de gobierno. No critico a quienes nos gobiernan por ser de derechas, sino por gobernar para los más ricos en perjuicio de casi todos.
Creo que uno de los peores vicios de los españoles es ese tener que enfrentarse a alguien como modo de reafirmarse. Incluso en cuestiones tan baladís como el fútbol se generan enfrentamientos agrios, sin que falten los enfrentamientos nacionalistas entre catalanistas, españolistas y demás gente que antepone la bandera a la razón o, lo que es peor, que hace de la bandera su razón.
Estoy convencido de que todo se puede razonar, de que todo se puede dialogar y que es posible llegar a acuerdos que sean adecuados para la convivencia de todos; pero para eso es preciso partir de la idea no de ganar e imponerse “al otro”, sino de conseguir algo para “ambos” que sea positivo para “todos”. Mientras los debates en este país se planteen en términos de quien gana a quien, quien se impone, en vez de intentar llegar a un acuerdo seguiremos como estamos, que no es nada bien.
Por lo mismo no creo que el hecho de que haya gente que se llama de izquierdas y se aprovecha de los cargos públicos para enriquecerse ilícitamente haga que las ideas “de izquierda” sean menos respetables. Por ideas de “izquierda” entiendo el predominio de lo público sobre lo privado en cuestiones de salud, enseñanza y bienestar social, la prevalencia de la justicia sobre la caridad y la economía encaminada al bien común; es decir, esa función social que le asigna incluso nuestra constitución que ya en su artículo primero declara que “España se constituye en un Estado social y democrático de Derecho, que propugna como valores superiores de su ordenamiento jurídico la libertad, la justicia, la igualdad y el pluralismo político”.
Cuando reclamo de los poderes públicos que garanticen que todos tengan acceso a la vivienda, a la sanidad, a la educación y a un vida digna no me estoy enfrentando a nadie, simplemente reclamando que se cumpla la constitución, en todos sus aspectos y no únicamente en el de la bandera y la jefatura de gobierno. No critico a quienes nos gobiernan por ser de derechas, sino por gobernar para los más ricos en perjuicio de casi todos.
Creo que uno de los peores vicios de los españoles es ese tener que enfrentarse a alguien como modo de reafirmarse. Incluso en cuestiones tan baladís como el fútbol se generan enfrentamientos agrios, sin que falten los enfrentamientos nacionalistas entre catalanistas, españolistas y demás gente que antepone la bandera a la razón o, lo que es peor, que hace de la bandera su razón.
Estoy convencido de que todo se puede razonar, de que todo se puede dialogar y que es posible llegar a acuerdos que sean adecuados para la convivencia de todos; pero para eso es preciso partir de la idea no de ganar e imponerse “al otro”, sino de conseguir algo para “ambos” que sea positivo para “todos”. Mientras los debates en este país se planteen en términos de quien gana a quien, quien se impone, en vez de intentar llegar a un acuerdo seguiremos como estamos, que no es nada bien.