Anda el cotarro revuelto a cuenta de las actividades de información llevadas a cabo por los Estados Unidos, que dicen los países europeos que qué es eso de espiarles a ellos.
Naturalmente yo de temas de espías, servicios secretos y de inteligencia únicamente sé lo aprendido en los tebeos de Anacleto, agente secreto, Mortadelo y Filemón o viendo al Superagente 86 y, ya de adulto en las novelas de Jonh Le Carré, en las que aprendí que la única manera de que no se sepa algo que uno ha hecho, es no hacerlo y que si los gobiernos quieren cumplida información de todos mis correos electrónicos, de mis llamadas telefónicas y mis idas y venidas por Alhama, pueden acceder a todo eso; es decir, que se tienen los medios para hacerlo. Luego, está la ley que lo regula; pero también se supone que el presidente de cualquier país, tiene derecho a viajar donde le acomode..hasta que el residente de la Casa Blanca de turno diga lo contrario, que, por estos pagos, estamos a lo que el jefe diga, con las cosas de comer, no se juega...
Espías aparte, nunca como hoy, gracias a las redes sociales se ha podido saber tanto sobre la gente; y se trata de información que normalmente facilitamos nosotros mismos. De un examen cuidadoso de lo que ponemos en las redes sociales se pueden obtener informaciones que a las empresas de publicidad les interesan. Siempre se ha dicho que la información es poder, esto continua siendo cierto; pero hoy, además, la información es objeto comercial; no digo nada que no se sepa al decir que nuestros datos, nuestros gustos, apetencias, y aficiones son algo que interesa a las empresas de publicidad, de ello se valen los buscadores que rastrean nuestras búsquedas para ofrecer la información al mejor postor. A mí, particularmente no me molesta que me ofrezcan publicidad o que se sepa mis andanzas internautas y de mi privacidad me preocupo yo mismo de modo que sólo publico en las redes sociales aquello que quiero.
Y es que vivimos en un país de cotillas y chismosos, donde cada hijo de vecino anda a la caza de chismes, rumores, y similares y en el cual interesa saber el último cotilleo sobre el famoso de turno, la existencia de programas televisivos que viven de esto es prueba de nuestra afición por conocer la vida de los demás.
Creo que fue Julio Cesar el que dijo que la mujer de Cesar no solo debe ser honrada, sino que además debe parecerlo . No es mal consejo a la hora de manejarse por la vida en casi todos los ámbitos, especialmente a la hora de colgar cosas en las redes sociales, que a fin de cuentas son como nuestra imagen pública. Es decir, que cuando los espías o los responsables de recursos humanos, como se hacen llamar ahora, quieran saber nuestros trapos sucios, que al menos se lo tengan que trabajar. Para ello considerar las fotos que colgamos, las informaciones que queremos compartir, aquello en lo que ponemos “me gusta” y, para determinado tipo de búsquedas emplear la opción de navegación privada de los ordenadores son normas que deberíamos emplear en nuestra vida de internautas.
Espías aparte, nunca como hoy, gracias a las redes sociales se ha podido saber tanto sobre la gente; y se trata de información que normalmente facilitamos nosotros mismos. De un examen cuidadoso de lo que ponemos en las redes sociales se pueden obtener informaciones que a las empresas de publicidad les interesan. Siempre se ha dicho que la información es poder, esto continua siendo cierto; pero hoy, además, la información es objeto comercial; no digo nada que no se sepa al decir que nuestros datos, nuestros gustos, apetencias, y aficiones son algo que interesa a las empresas de publicidad, de ello se valen los buscadores que rastrean nuestras búsquedas para ofrecer la información al mejor postor. A mí, particularmente no me molesta que me ofrezcan publicidad o que se sepa mis andanzas internautas y de mi privacidad me preocupo yo mismo de modo que sólo publico en las redes sociales aquello que quiero.
Y es que vivimos en un país de cotillas y chismosos, donde cada hijo de vecino anda a la caza de chismes, rumores, y similares y en el cual interesa saber el último cotilleo sobre el famoso de turno, la existencia de programas televisivos que viven de esto es prueba de nuestra afición por conocer la vida de los demás.
Creo que fue Julio Cesar el que dijo que la mujer de Cesar no solo debe ser honrada, sino que además debe parecerlo . No es mal consejo a la hora de manejarse por la vida en casi todos los ámbitos, especialmente a la hora de colgar cosas en las redes sociales, que a fin de cuentas son como nuestra imagen pública. Es decir, que cuando los espías o los responsables de recursos humanos, como se hacen llamar ahora, quieran saber nuestros trapos sucios, que al menos se lo tengan que trabajar. Para ello considerar las fotos que colgamos, las informaciones que queremos compartir, aquello en lo que ponemos “me gusta” y, para determinado tipo de búsquedas emplear la opción de navegación privada de los ordenadores son normas que deberíamos emplear en nuestra vida de internautas.