Grande es la zozobra que sufre el pobre cuando un inesperado golpe de la fortuna cambia su estado. Porque casi nunca es para mejor y cuando ya se está mal, no apetece probar lo peor.
Solía decir mi bisabuelo Francisco, según he sabido por tradición oral, que “de todo probarás y a lo antiguo volverás” por lo actuado por las gentes que ocupan el gobierno, da la sensación de que pretenden que realmente volvamos a lo antiguo.
Estimado señor: Acabo de entender por qué, en su tiempo, dijo usted eso de que a los parados andaluces nos daban un per para pasarnos el día en el bar.
Parece ser que el mundo no se ha terminado, como estaba previsto; se han terminado muchos pequeños mundos cotidianos, muchas esperanzas, ilusiones y sueños, los de toda la gente que ha visto como su vida quedaba rota por la pérdida del trabajo, de la casa, de un ser querido o de los ahorros de toda una vida.
Después del Verano Cultural, un otoño también con algunas actividades y un invierno, recién iniciado con sus fiestas y actos correspondientes he tenido ocasión de constatar la evidente y lamentable carencia de un lugar adecuado para eventos culturales.
Resuenan aún los ecos de las fechorías y andanzas de gentes que en siglos pasados cambiaron la miseria de sus vidas por la efímera libertad que daban la desesperación, un trabuco, una faca y una jaca.
Los fallecimientos relativamente recientes de Miliki y Tony Leblanc han dejado el mundo un poco más triste, y no son precisamente causas para el desánimo y la tristeza lo que faltan.
Son tiempos estos de profundo malestar, en los que día sí y día también, y alguna otra noche , se nos agria el humor con el resultado de que recurrimos al insulto, la descalificación y el denuesto.
Entre los muchos deseos insatisfechos que los años me han ido dejando está el de saber, no ya pintar, sino, al menos, dibujar decentemente algo reconocible; pero, con palabras que creo que dijo Cervantes, “es gracia que Dios no me ha dado”.
Una de las cosas que tienden a desaparecer con la irrupción de los nuevos modos de comprar y consumir son las plazas o mercados de abastos.
Afirmó Manuel Alcántara en uno de sus artículos que era un hombre que necesitaba pocas cosas, pero esa pocas cosas las necesitaba mucho; todo el mundo necesita a alguien y todo el mundo necesita comer, vestir y un techo bajo el cual cubrir sus intimidades y parapetarse del tiempo meteorológico, que del otro no hay forma posible de escapar.