Mitad monjes, mitad soldados, viriles, recios y raciales; así quería el régimen de Franco a los hombres españoles; a las mujeres, con la pata quebrada y en casa. Pero todos uniformemente iguales en la grisura. Nada de destacarse ni diferenciarse.
Aunque no soy especialmente sensible a los planteamientos nacionalistas de ningún tipo, debo decir que me siento, por estas fechas, orgulloso de ser andaluz por más que en el hecho de serlo no me quepa ningún merito y sea fruto del azar.
La primavera, que los griegos sobrados de poesía personificaban en el mito de Proserpina, ha llegado un año más a reiniciar el ciclo de la vida, allá donde lo dejó el año pasado.
“Billetes, billetes verdes, pero qué bonitos son," sonaba el estribillo de una rumba de mi infancia, allá por los últimos sesenta. Aludía, cómo no, a los billetes de mil pesetas, por la época los de más valor.
La primera vez que vi Casablanca tuve un flechazo total con Annina Brandel, su historia me conmovió mucho más que la de Ilsa y su aspecto frágil y juvenil, la actriz que la interpretaba tenía por la época 17 años, me enamoraron totalmente.
No tuve ocasión de añorar el CINEMA PÉREZ, que en el año de mi llegada ya era recuerdo y, como mucho, lugar de reunión para mítines.
Somos lo que recordamos; incluso, en parte, somos lo que alguien recuerda de nosotros. Junto a la existencia del ahora mismo y aquí, está la existencia recordada, proyectada hacia el futuro e incluso imaginada.
Se cumplen hoy treinta años y un día de mi regreso y hace ya tiempo que he constatado que ya no soy aquel joven que fui. Tampoco nuestro río Marchán es el que recuerdo de mis infantiles chapuzones en el "Romance de los Maestros."
Ferias, fiestas y otros regocijos públicos salpican el calendario de nuestros pueblos y ciudades, especialmente en el verano, que es el andaluz un pueblo que sabe divertirse y extraer todo el sabor a la vida. Pero junto a ese saber divertirse, está el saber trabajar y el saber amar.
No es casualidad que la palabra "hogar", defina a la vez el fuego de la cocina y el espacio íntimo en que habitamos; el fuego, desde su dominio por el hombre ha sido compañía constante proporcionado luz, calor,seguridad y comodidad.
Desde que el personaje de una zarzuela cantó la frase por primera vez, se repite el tópico de que "las ciencias adelantan que es una barbaridad", lo cual resulta bastante discutible.