Pasotismo ilustrado



 Por los inicios de los años ochenta aparecía en España el neologismo "pasota" que definía a quien se mostraba indiferente ante las cuestiones que importan o se debaten en la vida social, frecuentemente por hostilidad, según define el diccionario de la Real Academia de España.

 Luego el término paso a designar a un cierto tipo de personaje más bien caricaturizado que real, del que los chistes "de pasota" de Eugenio son un ejemplo. Sin embargo nada más cómodo para el poder que la actitud pasota; el "yo paso" y la inacción consecuente a este pasar deja en manos de quienes nos manipulan todo el poder sobre nosotros. Lo contrario del yo paso es yo actúo y vemos ahora como las actuaciones y movilizaciones de protesta incordian no al verdadero poder, sino a sus representantes y gestores que tienden a incomodarse cuando el pueblo, al que en época de elecciones adoran, les recuerda a la puerta de sus casas sus compromisos incumplidos o sus actos de latrocinio, siempre supuestos mientras no haya sentencia en firme. Sea respetuoso con la ley quien ha jurado defenderla.

 Sin embargo hay un pasar al que nos es lícito, e incluso saludable, atenernos para un mejor gobierno de nuestras vidas y una más agradable estancia en este mundo, el pasotismo ilustrado, y que consiste en plantearse cada uno a sí mismo y con su propia conciencia que es lo que quiere de la vida, en que emplear esos años que nos son otorgados, y actuar en consecuencia. Y ese actuar en consecuencia en este caso si es pasar de. Pasar de acumular más cosas que las que necesitamos para una vida decorosa y digna, pasar de cifrar la felicidad en conseguir cambiar de coche, o en ese novedoso artilugio electrónico que no sabemos muy bien para que sirve, pero que es "lo último". Pasar de vivir pendientes de lo que piensen los demás de nosotros. No sé qué es la felicidad, por supuesto; pero sí sé que para satisfacer las necesidades básicas se necesita bastante poco, tan poco que quienes nos gobiernan cifran en 654, 30 euros al mes el salario mínimo. No estoy diciendo que la pobreza sea un estado deseable, ni que debamos resignarnos a una vida de carencias; simplemente reflexiono en si los valores que nos inculcan desde la infancia a través de la escuela, la familia etc. son valores para crear personas si no felices, si al menos que se encuentren cómodas con ellas mismas; o si, por el contrario, lo que se busca, incluso de manera inconsciente, es crear ciudadanos sumisos, productores-consumidores y votantes modélicos, (los votantes modélicos son los que votan siempre al partido que ha ganado), que permitan a los ganadores decir aquello de "una muestra más de la madurez y responsabilidad del pueblo español". Y como tengo serias dudas de que esa forma de estar en el mundo, ser sumiso al poder, productor consumidor etc., sea garante de una vida plenamente vivida, afirmo que ante eso, yo paso.

 Este tiempo entre dos nadas que se nos concede es demasiado breve para invertirlo en crearse necesidades impuestas, pido que se fije el paciente lector en lo de impuestas; para malgastarlo en rencores, envidias, ambiciones desmesuradas y otras cadenas con que solemos atarnos los humanos, las más de las veces por nuestra propia mano.

 Naturalmente esto no significa que recomiende una vida ausente de trabajo, responsabilidad o esfuerzo, ni que ignore que es necesario obtener ingresos para vivir dignamente. Son más bien quienes nos gobiernan los que parecen olvidar que alimentación y vivienda son derechos mínimos básicos e irrenunciables y que mal se puede llamar libre a quien incluso de esto carece. Ante esto no podemos decir, yo paso. Ante las imposiciones de la publicidad para atarnos aún más con productos la mayor parte de las veces innecesarios si podemos decir yo paso. Ese es el pasotismo ilustrado del que Diógenes dio tan buen ejemplo al pedirle a Alejandro Magno, que le había ofrecido darle lo que quisiera, simplemente que se apartara para no taparle el sol; o el de Don José Luis Sampedro, que, ha dado al mundo además de una impagable producción literaria el ejemplo de una forma de vivir, de estar en el mundo y afrontar la vida de la que es posible sacar muchas enseñanzas.