Evolución y tradición



 Creo que fue el filósofo Heráclito de Éfeso (535-484 AC) el que dijo que el cambio y el devenir eran el origen de todas las cosas, con lo cual se ve, que estas cuestiones de tradición y evolución vienen de antiguo.

 Todo cambia y evoluciona para adaptarse a los nuevos cambios y evoluciones en un proceso continuo que se inició con el estallido inicial que parece ser que dio origen al Universo y que proseguirá mientras el viejo Sol caliente, si es que antes no nos hemos extinguido, los humanos, como especie.

 Pero para que los cambios introducidos prosperen y lleguen a convertirse en tradiciones es necesario que estos sean beneficiosos, de lo contrario se producen aberraciones que rápidamente pasan al olvido, es el caso de tantas y tantas modas que han desaparecido, como esos horrorosos pantalones de pata acampanada de mi infancia. Naturalmente solo hay una manera de saber si un determinado cambio, sea este motivado por un gen o por la decisión de un político es positivo o no, y es vivir para verlo. En los casos de los cambios genéticos se necesitan bastantes mas años que en los de los políticos cuyas decisiones nos afectan casi siempre muy poco después de ser tomadas y en ámbitos importantes, como la salud, la educación, las relaciones laborales e incluso el ocio.

 Como persona progresista que me considero soy totalmente partidario del progreso y la evolución en todos los sentidos y no me apego a tradiciones por el hecho se serlo; considero que si una costumbre se ha convertido en tradición, es decir que ha superado la prueba del tiempo, es porque es buena, pero eso no significa que no se pueda cambiar, si es para mejorar.

 Lo que me parece inadecuado es cambiar por cambiar, y, sobre todo cambiar para empeorar. A veces un pequeño cambio introducido, en una feria por ejemplo, puede resultar beneficiosos para todos y llegar a convertirse en una tradición; pero intentar grandes cambios de una manera brusca, por lo general da mal resultado. Las revoluciones necesitan mucho tiempo para llegar a consolidarse en el caso siempre dudoso de que lo hagan.

 Otra cuestión a tener en cuenta en estos temas de tradiciones e innovaciones es la de la originalidad. Cuando nuestras tradiciones, sean las que sean, tienen el sello peculiar de lo nuestro y nos representan, introducir pequeños cambios que las mejoren es adecuado, y así se ha hecho casi sin darnos cuenta; pero querer cambiar copiando usos y modos de otros sitios es una manera de devaluar nuestra cultura, tradiciones y costumbres que, a fin de cuentas es lo que nos identifica, nos singulariza y atrae a los visitantes.

 Podemos seguir el ejemplo de tantos y tantos pueblos no demasiado alejados de nosotros que a base de querer ofrecer a determinado tipo de turista lo que este anda buscando han perdido casi por completo su identidad; o, por el contrario, podemos cuidar y mimar nuestras costumbres, tradiciones y entorno para seguir siendo nosotros mismos y atraer a un tipo de turismo que busca algo más que sol, “tipical spanish” alcohol barato y juerga.

 Naturalmente es posible una evolución positiva y es en esto en lo que todos los implicados en el desarrollo de nuestro pueblo, basado en el turismo, deben ponerse de acuerdo, en fijar una normas mínimas sobre lo que podemos y lo que no podemos hacer, porque no todo vale.