A simple vista tiene usted un aspecto normal, rozando en lo anodino porque a simple vista los monstruos no se distinguen del resto de las personas y en lo suyo es usted un monstruo, que es aquella persona dotada de extraordinarias cualidades para ejercer una actividad determinada.
Si la figura del maestro es imprescindible en el proceso de aprendizaje, mucho más en las enseñanzas que requieren de la práctica y la paciente corrección que de saberes concretos, no ocurre otro tanto con los libros.
Florecen los almendros y los campos van adquiriendo todas las tonalidades del color verde que preludian la primavera, pero muchas mujeres apenas tienen tiempo de gozar del sencillo placer de contemplar el paisaje con algún sosiego.
Nota: La actualidad informativa ha hecho que coincidan en “el candelero” dos mujeres totalmente diferentes; la una por jugar en su tiempo de trabajo, la otra `por ser recientemente premiada con el Premio Alhama a la mejor labor por Alhama. A Celia Villalobos le dedico la mirada escrita hoy mismo, la de Auxiliadora García Moncayo la escribí en julio de 2014 pero hoy, día en que recoge el premio creo que merece ser leída de nuevo. Dos mujeres andaluzas, pero dos formas totalmente distintas de entender la vida.
De toda cuanta gente ha pasado por mi vida, o aún permanece en ella, la que más duradera huella ha dejado en mí ha sido la que tuvo en sus manos la tarea de ponerme en condiciones de andar en ese camino que es la vida con algún equipaje con el que transitar con cierta desenvoltura.
Abandono momentáneamente mis múltiples y urgentísimas ocupaciones para satisfacer el deseo de mi amigo que dé unas breves pinceladas sobre mis reflexiones acerca de ese especialísimo espectáculo vivo, vital y vitalista en que se constituye el pueblo de Alhama de Granada durante los días del Carnaval.
Se atribuye a Stalin la frase de que “la muerte de una persona es una tragedia, la de un millón es simple estadística”, algo así deben pensar cuantos gobiernan con respecto al paro.
Ante todo darle mi más cordial enhorabuena por su nombramiento, que es lo que dicta la cortesía más elemental y ser cortés es lo menos que puede hacer quien a fin de cuentas viene a importunarle con una petición, acompañada de una invitación.
Quieren todavía los que no pudieron doblegarte ni con cárcel, ni con torturas, insultar tu nombre.
Igual que Descartes, estoy absolutamente seguro de que mis dudas superan ampliamente mis certezas, de que de lo único de lo que puedo estar seguro es de que dudo.
Hoy rompo una de mis más arraigadas costumbres y escribo la mirada unos días antes de su publicación, y otra, de que se publique lo escrito un año después.