¿Por qué no se callan?

 Ya tienen el Boletín Oficial del Estado para dejar constancia de las leyes que su mayoría absoluta les permite legislar (para una minoría muy minoritaria, por cierto).

 Cuentan, además de con el BOE con toda una legión de periodistas dispuestos a hacer la hagiografía del gobierno en pleno, capaces de ver un éxito en el viaje de Rajoy a Estados Unidos, simplemente por el hecho de que Obama le pasara la mano por el lomo al presidente español, metafóricamente, y le regalase una cajita de cacahuetes recubiertos de chocolate; esto último es cierto y real.
 
 Valga todo lo anteriormente expuesto para que me pregunte retóricamente ese ¿por qué no se callan? Creo que con gobernar ya cumplen con su cometido, que no es otro que el de hacer las políticas que les imponen sus amos; por tanto considero innecesario que además de irritarnos profundamente con sus leyes, lo hagan con sus declaraciones, no ya desafortunadas, sino, directamente provocadoras. A quien su sueldo o prestación, ligada al Salario Mínimo Interprofesional este año le ha sido congelado, no le hace ninguna falta que venga la ministra Fátima Báñez a decirle que "congelar el salario mínimo es perfectamente coherente". Evidentemente es perfectamente coherente con el resto de sus políticas, como lo es saquear la sanidad y la educación y acabar prácticamente con la ley de dependencia; todo ello es absolutamente coherente con quienes consideran que este mundo es una jungla, selva o sabana en la que los más fuertes se comen a los más débiles, y les encanta que así sea.
 
 Un uso prudente del silencio, un saber callarse a tiempo, un meditar lo que se dice o escribe es algo que debería ser de obligado cumplimiento a quienes tienen alguna responsabilidad de gobierno; al contrario de lo que ocurre en estos pagos en los cuales Fátima canta las peteneras de la congelación; Wert se alegra de que nuestros jóvenes quieran "ensanchar sus horizontes profesionales" (genial eufemismo, por otra parte para referirse a lo que es fuga de cerebros). Ya es triste que los más preparados de nuestros jóvenes tengan que buscar fuera de España lo que les niegan quienes tanto dicen quererla, para que venga el responsable a encima reírse de ellos.
 
 y es que no pasa día sin que los diarios nos sobresalten, inquieten y aíren no únicamente con sus leyes, sino también con los comentarios que se permiten hacer, tal vez pensando que carecemos de la inteligencia suficiente para entender sus políticas y modos de explicarlas.
 
 Y mientras tanto quienes deberían ofrecer alguna alternativa de cambio, pero de cambio real, andan enfrascados en cuestiones de mercadotecnia, tal vez pensando que con cambiar la etiqueta es suficiente, cuando lo que es necesario es cambiar radicalmente el producto para adecuarlo a lo que realmente necesita la gente. Aunque use un lenguaje comercial, creo que se me entiende.
 
 Pero mientras los unos se aclaran con quien liderará el proyecto, al menos que los que firman los decretos, se abstengan de comentarlos, que ya se comentan por sí solos.