Siempre ese inevitable último viaje a un incierto destino nos sorprende demasiado pronto. No es una cuestión de edad, porque no hay edad en la que sea imposible vivir y gozar de ello.
No estoy muy seguro de que el “Espadón de Loja” arrimase el ascua a su sardina, llevando la carretera de Granada a Málaga a pasar por Loja, en detrimento de Alhama.