Hastiado de la realidad que nos rodea, me refugio en la literatura.
Lo normal suele ser hablar por el teléfono, es decir emplear el artilugio para comunicarse con un humano.
Por lo leído, ayer fue el día mundial de la libertad de prensa, y, como en el día de la madre, el padre o el amor creo que todos los días deben ser el día del periodismo libre.
“Los que os hablan de España como de una razón social que es preciso a toda costa acreditar y defender en el mercado mundial, esos para quienes el reclamo, el jaleo y la ocultación de vicios son deberes patrióticos, podrán merecer, yo lo concedo, el título de buenos patriotas; de ningún modo el de buenos españoles”.
No fueron los trescientos de Leónidas, ni la batalla tuvo lugar en la Termophilas, fueron tres compañías de fusileros, 400 hombres en total.
Igual que los libros que ilustran esta mirada son decorativos, y así lo afirman quienes los ofrecen online, estamos asistiendo estos días a otra clase de ornamento cultural.
Ignoro la razón de que sea la palabra de rey la que confiere seguridad o certeza a aquello que se afirma.
Como estoy falto de toda educación universitaria y, por tanto, carezco de ningún máster en Filosofía por la Universidad Rey Juan Carlos, me veo obligado a tratar temas menores.
Me sobresalto tras la lectura de la prensa que me informa de que las redes sociales trapichean con mis datos.