
Detuvo tu mirar mi tiempo cuando escuché tu melodía, fiel duende dejó en mi silencio, y a fuego prendió tu sonrisa.

A las gentes y al pueblo de Agrón, el pueblo de mi madre, en el que pasé largas temporadas durante mi niñez.

Y unos marineros cuentan que en una frágil patera lo vieron junto a su madre navegar. Mas los vientos del Estrecho no le fueron favorables; y su cuerpo, tan pequeño, quedó una noche flotando sobre el mar.

Sentado sobre la gran piedra de majar esparto está el abuelo. Con el ala de su viejo sombrero de paño se protege los ojos; y en la empuñadura del bastón apoya sus huesudas manos. Los últimos rayos de un cansado sol de diciembre mitigan apenas la fría tarde invernal. Juanillo, el porquero, regresa ya al cortijo con la piara; y, en el cercano olivar, mujeres y zagalones, recogiendo una última solera, piden con desenfadadas cancioncillas al manijero que ‘eche ya el Cristo’.
Patrón de los poetas en español.

A Mariló V. Oyonarte que, con constancia y tesón, rescató del olvido aquella hermosa historia de amor. Y con su estilo inigualable nos la entregó a todos sus lectores. (Alhama.com – Caminos y Gentes - 30/09/2017 y 21/10/2017).