En su borriquilla, con sandalias de goma, pantaloncillo corto, y sombrero de paja va dejando el pueblo atrás.
¿Qué edad tendría? ¿Diez años? Entonces ¿por qué no estaba en la escuela, estudiando, o en la placeta del pueblo con otros niños jugando?
Conducía despacio, nada me urgía a llegar a mi destino y el paisaje que me rodeaba era lo suficientemente hermoso como para que no me importase detenerme de vez en cuando.
Sí, te he dormido en mis brazos y no sabes cuánto he disfrutado. Aunque me costó; porque estabas un poquito nervioso. Pero te tranquilicé, te acaricié, te canté… Y al fin caíste rendido.
Con la esportilla en la mano y el pañuelo en la cabeza van tras los vareadores el grupo de aceituneras.
No habrían de pasar muchos años para que el progreso y la mecanización cambiasen el paisaje de aquellos campos que Juan trabajaba.
Empezamos a recibir colaboraciones para nuestro espacio literario, en esta ocasión un poema, de Manolo Hinojosa.