Sentado sobre la gran piedra de majar esparto está el abuelo. Con el ala de su viejo sombrero de paño se protege los ojos; y en la empuñadura del bastón apoya sus huesudas manos. Los últimos rayos de un cansado sol de diciembre mitigan apenas la fría tarde invernal. Juanillo, el porquero, regresa ya al cortijo con la piara; y, en el cercano olivar, mujeres y zagalones, recogiendo una última solera, piden con desenfadadas cancioncillas al manijero que ‘eche ya el Cristo’.
Sentado sobre la gran piedra de majar esparto está el abuelo. Con el ala de su viejo sombrero de paño se protege los ojos; y en la empuñadura del bastón apoya sus huesudas manos. Los últimos rayos de un cansado sol de diciembre mitigan apenas la fría tarde invernal. Juanillo, el porquero, regresa ya al cortijo con la piara; y, en el cercano olivar, mujeres y zagalones, recogiendo una última solera, piden con desenfadadas cancioncillas al manijero que ‘eche ya el Cristo’.
Patrón de los poetas en español.
A Mariló V. Oyonarte que, con constancia y tesón, rescató del olvido aquella hermosa historia de amor. Y con su estilo inigualable nos la entregó a todos sus lectores. (Alhama.com – Caminos y Gentes - 30/09/2017 y 21/10/2017).
Caminar junto a ti fue el mejor don que pudo darme el cielo. Riquezas, ni me dio ni nunca le pedí.
Hoy quise hacer un alto en el camino y me sentí feliz. Feliz por tantas cosas que la vida me ha dado. Feliz porque quisiste caminar a mi lado.
Este año, Señora, me quedé esperando en mi ventana. Esperando tu paso, como todos los años.