No te olvides de poner la figura de un abuelo con su nieto entre los brazos. Colócala muy cerquita, muy cerquita del portal.
No te olvides de poner la figura de un abuelo con su nieto entre los brazos. Colócala muy cerquita, muy cerquita del portal.
Voló mi mente a tiempos ya remotos. Y a tiempos ya remotos quiso volar también mi corazón.
Me duele tu sufrir sin esperanza en un triste hospital. Me duele tu cansancio camino de otras tierras buscando libertad.
“Viene la Navarreta”, gritaban los chiquillos por las calles mientras se dispersaban. Algunos la seguían a distancia. Otros, la apedreaban.
Y embebido en estos recuerdos he caminado, he caminado…. Y apenas he encontrado alguna sombra donde resguardarme un poco de este sol que parece no haberse enterado de que el otoño llegó hace muchos días.
Como un inmenso cuaderno queda pautada la tierra, esperando la simiente que esparza con mano diestra, paso a paso, el sembrador: es tiempo de sementera.
La voz que nos informa, las leyes que nos rigen, la dieta alimenticia, la moda en el vestir, todo lo mueven poderosas manos que, con fines perversos, deciden nuestra forma de vivir.
¿A dónde va, doña Luisa, encorvada de tristeza, recorriendo los caminos, recorriendo las veredas?
A mi buen amigo Antonio Robles, que, en su libro “Memorias de Santeña”, nos narró magistralmente esta historia.
Este año, durante la feria, tenemos un músico alojado en casa. Es la primera vez. Bueno… que yo sepa.