Ignacio y Fernando eran dos hermanos que cursaban la EGB en un colegio de barrio obrero de Barcelona durante los años 70. Al principio el horario era de 9 a 12 y de 3 a 6. Seis horas lectivas al día hasta que, casi al final de la década, se redujo una hora, terminando a las 5.
Salvador Arias quiere dedicar un poema a todo el ‘Personal sanitario’, como agradecimiento a su labor, y en nombre de todos los que se sientan identificados con este ímprobo esfuerzo.
Una tarde lluviosa de otoño de 1976, Ignacio fue con sus padres a casa de su tía Carmen. Mientras los mayores charlaban, el chaval, de seis años, jugaba con su primo Javier, un año menor. A Ignacio le gustaba ir a jugar a casa de su primo, porque tenía muchos más juguetes que él.
A la Coral Ciudad de Alhama que, en forzado silencio musical desde hace un año, espera ansiosa el momento de volver a ofrecer su canto, de volver a vivir la música.
Ya sabemos que el amor no es cosa de un día, pero recordarlo, aunque sea un sólo día, nunca está de más. Ignorando publicidad de comercios, el AMOR es mucho más, por eso yo comparto estos versos, de un valor profundo y fundamental en la vida.