Como un inmenso cuaderno queda pautada la tierra, esperando la simiente que esparza con mano diestra, paso a paso, el sembrador: es tiempo de sementera.
La voz que nos informa, las leyes que nos rigen, la dieta alimenticia, la moda en el vestir, todo lo mueven poderosas manos que, con fines perversos, deciden nuestra forma de vivir.
Y, mientras barre y friega, y mientas cose y borda, y mientras canta coplas de Manolo Escobar, construye Mariquilla castillos en el aire, castillos que derriba la cruda realidad.
Es Manuel, ochenta años. / En su tiempo fue gañán; / y carrero, y el más grande / segador. / Hábil manejando el ‘bielgo’; / y en diciembre, cuando llega la aceituna, / el mejor vareador.
Dejadme escribir versos / para cantar al pueblo y a sus gentes. / Versos llenos de amor / para mis compañeros de viaje, / compañeros de hoy, / compañeros ya ausentes.