Entre juncos y zarzas, / desde las frescas aguas del Marchán, / lanza su verde voz / el coro monocorde de las ranas.
Entre juncos y zarzas, / desde las frescas aguas del Marchán, / lanza su verde voz / el coro monocorde de las ranas.
Pasan raudos los días / de esta existencia nuestra. / Como un soplo, un suspiro, / como el brillo instantáneo / de una estrella fugaz.
Ya sabemos que el amor no es cosa de un día, pero recordarlo, aunque sea un sólo día, nunca está de más. Ignorando publicidad de comercios, el AMOR es mucho más, por eso yo comparto estos versos, de un valor profundo y fundamental en la vida.
Salvador Arias quiere dedicar un poema a todo el ‘Personal sanitario’, como agradecimiento a su labor, y en nombre de todos los que se sientan identificados con este ímprobo esfuerzo.
Foto: J.M. Torres Ruiz
El agua sobre el pilón / canta su canción eterna / solamente interrumpida / por vasijas que se llenan.
El agua sobre el pilón / canta su canción eterna / solamente interrumpida / por vasijas que se llenan.
Una tarde lluviosa de otoño de 1976, Ignacio fue con sus padres a casa de su tía Carmen. Mientras los mayores charlaban, el chaval, de seis años, jugaba con su primo Javier, un año menor. A Ignacio le gustaba ir a jugar a casa de su primo, porque tenía muchos más juguetes que él.
A la Coral Ciudad de Alhama que, en forzado silencio musical desde hace un año, espera ansiosa el momento de volver a ofrecer su canto, de volver a vivir la música.
Manuel, un hombre con aspecto de clase trabajadora y temeroso de quien, seguro de su honradez sabe que a veces eso no es suficiente en esa España de valores “imperiales”.
Recuerdo en el silencio de la noche / acordes de guitarra / y alegres melodías / de un viejo violín.
Soñé que la verdad hacía al hombre libre. / Vi caminar unidas la justicia y la paz. / Cada cual se ganaba el pan que se comía. / Y a nadie le faltaba donde ganar su pan.