Paquita
Catorce duros cobrará Paquita / por su larga jornada sin horario, / por las frías mañanas, / por su cuerpo dolido. / Solo catorce duros / que guardará, feliz e ilusionada, / entre sábanas blancas / y manteles de hilo.
Paquita
Un sol frío de invierno
se marcha ya a hurtadillas por las cumbres
del frondoso olivar.
“Alabado sea Cristo”,
grita con su voz ronca el manijero.
Es hora de soltar.
Baja con su esportilla,
el pañuelo de tela en la cabeza,
la piel curtida por el sol y el frío
y su pobreza a cuestas.
Catorce duros cobrará Paquita
por su larga jornada sin horario,
por las frías mañanas,
por su cuerpo dolido.
Solo catorce duros
que guardará, feliz e ilusionada,
entre sábanas blancas
y manteles de hilo.
Y duro a duro reunirá su ajuar,
Pedro la espera.
Sobre la escarcha de la fría mañana,
sobre la tela del mantel que borda,
Paquita a veces llora,
a veces reza.
Y a veces, muchas veces,
como paloma libre,
Paquita vuela alto
por un cielo de azules imposibles.
Vuela, ajena a oscuros nubarrones
que presagian tormentas;
ajena a gavilanes cazadores
que allá en lo alto acechan.
Santa Cruz, abril 2021
Luis Hinojosa D.