Como un inmenso cuaderno queda pautada la tierra, esperando la simiente que esparza con mano diestra, paso a paso, el sembrador: es tiempo de sementera.
Tiempo de sementera
¡Arrima, Almirante, arrima!
¡Quieta, Generala, quieta!
Y la punta del ejero,
señalando hacia el Veleta.
La vista en el horizonte
y la mano en la mancera.
Está amelgando el gañán:
es tiempo de sementera.
Como un inmenso cuaderno
queda pautada la tierra,
esperando la simiente
que esparza con mano diestra,
paso a paso, el sembrador:
es tiempo de sementera.
Anda a buen paso la yunta
mientras se hunde la reja.
Y anda a buen paso el gañán,
surco a surco, vuelta a vuelta;
hasta sepultar el grano
en la entraña de la tierra.
Solo así dará su fruto:
es tiempo de sementera.
¿Vendrán los hielos de enero,
las lluvias de primavera?
¿Madurarán las espigas
hasta llegar a la siega?
Las dudas del labrador,
temores de la pobreza;
la fe de gente sencilla
que al Nazareno le reza.
Día a día de mi gente
en tiempo de sementera.
Santa Cruz, octubre 2019
Luis Hinojosa D.