Hace unas semanas, con nuestros casi cuarenta años, nos reunimos los de la generación del 73 en Alhama. Quedamos, como viene siendo habitual, en un restaurante del pueblo para cenar, y luego poder tomarnos unas copas todos juntos.
Decir que fue una cena divertida es poco, decir que fue muy entrañable también es poco, y decir que la noche se nos pasó en un suspiro también lo es. Hubo abrazos, recuerdos, anécdotas, risas, muchas risas y sobre todo mucha ilusión por encontrarnos de nuevo. Y allí, esa noche, pudimos comprobar que como dice la canción “veinte años no es nada...”, o casi nada. Y es que muchos de nosotros llevábamos veinte años sin vernos, o sin hablar con detenimiento. Por eso el reencuentro fue tan especial. Parecía que hubiéramos retrocedido en el tiempo: estábamos los niños de la joya, estábamos los del callejón, e incluso estaban compañeros del instituto de otras localidades. Y volvimos a ser los antiguos compañeros de siempre.
Todo lo demás que os podemos contar es anecdótico, que acabamos bailando hasta altas horas de la madrugada, que no queríamos irnos y que estamos deseando volver a vernos el próximo año, porque... ¡veintiún años tampoco es nada!
Fotos: Mada Cortés.