Los del 78 llegan a los 40… ¡pero son tan jóvenes!


 
“Hay que ver que hace ya ocho años que nos reunimos, este año con la excusa de los cuarenta deberíamos volver a juntarnos todos”.




 Corría el mes de Febrero (o quizás era Marzo, al final va a ser verdad eso de que se empieza a perder memoria) cuando en una visita de trabajo sale el tema de conversación entre este que escribe y la amiga Isa: “Hay que ver que hace ya ocho años que nos reunimos, este año con la excusa de los cuarenta deberíamos volver a juntarnos todos”.

 Ahí partió todo. No habíamos siquiera madurado la idea cuando Jorge arrancó la maquinaria y gracias a las nuevas tecnologías, que hacen que volver a ponernos en contacto unos con otros a velocidad de vértigo sea cosa de días, y en breve espacio de tiempo ya estábamos en un grupo de “WhatsApp” más de cincuenta “quintos” y “quintas”. El ánimo y las ganas del reencuentro crecen y el grupo llega a los ciento y pico miembros: Ostras, esto va a ser casi como una boda comentábamos entre risas e ilusión a partes iguales.

 Vamos a ir dándole forma, así que como es normal el primer paso es ir fijando una fecha. Como “podemitas digitales” comenzamos a poner encuestas en las cuales el personal debería dejar patente su elección. Difícil tarea poner de acuerdo a tanto ávido de reencontrarse, surgen fechas de marzo y abril (demasiado frío aún). Mayo (todos de comuniones) y al final del primer sufragio sale que el 9 de junio es nuestro día.

 Siguiente paso, el lugar. Quizás motivados por el mayor número de supuestos asistentes de Alhama, decidimos que los sitios a elegir serían del entorno. Tras otra nueva encuesta decidimos que el sitio ideal sería el Cortijo Moyano, sabia elección por nuestra parte pues fue como celebrar el evento en nuestra propia casa.

 Ya solo quedaban pequeños detalles, la fecha se acercaba y el personal no se acababa de decidir. Unos por temas laborales, otros por estudios, la cosa quedó como no podría ser de otra manera: “Cuarenta y tantos” para nuestra fiesta de los cuarenta.

 Y llegó el día. He de reconocer que compartía ese gusanillo que hace veinticinco o treinta años todos sufríamos cuando tocaba volver al cole – instituto al reencontrarte con los compis de clase de otros pueblos. Ese nerviosismo creo que de un modo u otro todos los llevábamos dentro. Algunos hacía ya más de veinte años que no nos veíamos (¡Adrián!), gente que venía desde lejos, muy lejos (Malla, Inés…), gente que estando al lado igualmente pasaron años sin comunicarnos (compis de Moraleda, de Jayena…), me gustaría citarlos a todos porque el momento lo merecía.

 A las 12:45 nos citamos en Alhama, partimos todos juntos al Cortijo Moyano donde Manolo y Tere nos hicieron pasar un día inolvidable. No recuerdo si fueron doce o trece horas, pero sé que pasaron como un suspiro y una cosa quedó clara: No esperaremos a los cincuenta para volver a vernos, ¡ni mucho menos!

 Gracias a todos por este reencuentro y ya empieza la cuenta atrás para el siguiente.