Cuarenta años separan las fotos de blanco y negro y color, pero las protagonistas son las mismas. (Cuarenta años le dieron a la vida otro color).
Este año en el que la sociedad alhameña ha empezado a reencontrarse consigo misma, por aquello que diferentes colectivos de estudiantes, quintos, amigos, etc. han organizado encuentros para rememorar y recordar vivencias del pasado, ha tenido lugar uno muy especial, la de ‘Las niñas de los claveles’.
Las llamadas ‘Niñas de los claveles’ es la generación de jóvenes alhameña que entre los años 60 y 70 se iban de temporada a la recogida de claveles a Valleniza en Almayate (Málaga), ganando sueldos de entre 1.000 a 1.400 pesetas mensuales (entre 6 y 10 euros de ahora, al mes) trabajando casi las 24 horas.
Una vida de duro esfuerzo que, con sueldos de miseria por la mano de obra tan devaluada de la mujer, servían sin embargo para ayudar en la maltrecha economía familiar. Pese a este trabajo, casi esclavo, se consideraban afortunadas de poder conseguirlo y desplazarse y vivir en condiciones penosas en muchos casos, durante el tiempo de la recolección de claveles.
Hace ya tiempo que Mari Castillo nos propuso la idea de anunciar este encuentro, pero la interrupción temporal de la edición de Alhama Comarcal, donde estaba prevista la publicación y las imágenes de entonces que hoy publicamos, hizo que el anuncio de la convocatoria no se hiciera. Hoy, al tiempo que nos disculpamos con ellas, también nos unimos a su encuentro, y por supuesto reconocemos en ellas el coraje de muchas mujeres que lucharon y trabajaron duro para llegar hasta la sociedad de bienestar que hoy conocemos, aunque sean tiempos de crisis más crisis había entonces.
El asador pato loco fue el lugar elegido para la primera reunión de las niñas de los claveles el pasado sábado 8 de agosto.
Como nos cuenta María José Márquez, hace 40 años estas niñas alhameñas se marchaban para trabajar a la costa en la recolección de los claveles. El 8 de agosto fue el día elegido para su primer encuentro, que sirvió para recordar aquellos viejos tiempos y pasar una agradable jornada entre anécdotas y risas en compañía de antiguas compañeras de trabajo, hoy grandes amigas.
Durante la jornada se obsequiaron con la flor del día, el clavel, y Conchi Castillo leyó un texto escrito por ella misma cuyo contenido puede leer a continuación.
Fue un día muy especial para todas ya que se reunieron con compañeras venidas de Vitoria, Barcelona o Málaga entre otros lugares que vinieron expresamente para asistir a dicho encuentro, todas se despidieron con el ánimo de repetir el encuentro en años venideros.
LAS NIÑAS DE LOS CLAVELES
Fue un Viernes de Dolores cuando la idea se nos vino a ocurrir
las niñas de los claveles nos podíamos reunir.
Sería bonito recordar que hace más de cuarenta años
trabajando todas estuvimos.
Con ganas de volar y dejar el pueblo
y a la costa nos fuimos.
Era duro el trabajo que allí nos aguardaba,
trabajando de sol a sol para tres pesetas que nos daban,
la comida era regular y algo escasilla
y a parte de lo poco que ganamos nos lo dejábamos en la tiendecilla.
En el campo entre claveles pasamos parte de nuestra juventud
igual estábamos en la playa tomando el sol, que trabajando en lo alto del monte gurugú
y entre cantos y risas la voz del manijero
diciendo ¡niñas mas ligero!
No nos importaba el trabajo ni las horas que teníamos que echar
éramos felices con lo que teníamos aunque mu h´articas de trabajar,
fueron muchas cosas buenos y malos ratos que juntas compartimos,
éramos muy jóvenes algunas casi niñas y apenas nos conocíamos,
todas nos respetábamos, no había discusiones nos llevamos de maravilla
y entre risas y juegos nos gastábamos alguna bromilla,
que nunca tomábamos a mal,
fuera de todo esto las niñas de Alhama las mejores a la hora de trabajar.
Así pasaron algunos años de nuestra juventud
y quedó alguna amistas que hoy nos traído hasta aquí,
recordando con nostalgia y cariño el tiempo que toda pasamos allí.
Un recuerdo para las que ya no están
y para las que por la distancia no pudieron venir,
un recuerdo también para las cocineras,
Monsalud, Josefa, Margarita y Gabriela,
y para todas con cariño esto que se me ha ocurrido escribir
y volver a recordar.
¡parece que fue ayer y cuantos años han pasado ya!
De ayer...
a hoy