
Francisco García encarna con naturalidad dos de las máximas esenciales del karate: honor y respeto.
La iniciativa “Un árbol por kuro obi” alcanza su decimocuarta dedicatoria, y en esta ocasión el homenaje recae en Francisco García Castillo, uno de los alumnos más emblemáticos del club alhameño. Pionero en sus inicios y uno de los primeros cintos negros de Alhama, su trayectoria deportiva lo sitúa como multicampeón en la modalidad de kumite, además de destacar en otras disciplinas de contacto impartidas en el club.
Francisco García Castillo encarna con naturalidad dos de las máximas esenciales del karate: honor y respeto. Quienes lo conocen dentro y fuera del tatami reconocen en él un ejemplo constante de disciplina, compañerismo y compromiso con este arte marcial.

El acto simbólico de la plantación sigue, como siempre, el ritual que da sentido a esta tradición:
se selecciona el árbol adecuado, se le pide que enraíce con fuerza y que sus ramas ofrezcan cobijo a quien se acerque; se bautiza el árbol con el nombre del karateka, recordando sus méritos y trayectoria; y finalmente se realiza un brindis, gesto sencillo que sella la unión entre la naturaleza y el espíritu del practicante homenajeado.
Con este nuevo árbol, el club continúa ampliando un bosque que crece al ritmo de su historia y de las personas que han contribuido a ella. Hoy, ese bosque suma el nombre de Francisco García Castillo, ejemplo discreto pero firme de lo que significa ser un kuro obi.


