Un árbol por "kuro obi" (3): Miguel Páez Sánchez

Miguel Páez Sánchez, el alumno más antiguo del club de karate alhameño, ha recibido su merecido reconocimiento con la plantación de su árbol personalizado.

 Un símbolo de su dedicación y esfuerzo a lo largo de los años. Vecino de Seco de Lucena) (antes Valenzuela) Miguel comenzó su andadura en el mundo del karate con la apertura del club Ippon, demostrando desde el primer día una entrega y pasión inquebrantables. No es casualidad que fuera uno de los primeros en conseguir el cinturón negro en la convocatoria inicial del club, consolidándose como un referente para las nuevas generaciones de karatecas.

 Con una trayectoria llena de logros y momentos destacados, Miguel ha sido un pilar fundamental en el crecimiento del club. Su disciplina y perseverancia le han permitido alcanzar metas que muchos solo sueñan, convirtiéndose en un ejemplo vivo de los valores que el karate inculca: honor, respeto y disciplina. Los numerosos artículos publicados en Alhama Comunicación sobre sus éxitos reflejan la huella que ha dejado no solo en el tatami, sino en la historia del karate alhameño.

 En honor a su logro, el director técnico del club deportivo Alhama-Ippon ha cumplido con una de las tradiciones más significativas del club: plantar un árbol en nombre de cada alumno que obtiene el cinturón negro. En esta ocasión, el elegido ha sido un pino, un árbol conocido por su resistencia y longevidad, cuyas hojas perennes representan la eterna conexión con la naturaleza y la permanencia de los valores del karate. Este pino, plantado en tierra alhameña, es un símbolo de la fuerza y constancia de Miguel, un recordatorio de su camino, siempre perseverante y enfocado en el crecimiento personal.

 Miguel Páez Sánchez, además de su impecable carrera en el karate, es también un ejemplo de superación personal. Su historia se entrelaza con la del club Ippon, desde sus primeros pasos hasta su consolidación como uno de los karatecas más respetados de la comarca. Su pino permanecerá firme y verde, al igual que su legado en el dojo y en la comunidad de Alhama.

 El club deportivo Alhama-Ippon, a través de esta tradición de sembrar un árbol por cada cinturón negro, no solo honra el esfuerzo de sus alumnos, sino que también refuerza el vínculo con la naturaleza, en una relación simbiótica que refleja el equilibrio entre mente, cuerpo y entorno. Como bien expresa el director técnico: "Los árboles que plantamos son como los karatecas que formamos, fuertes, resistentes y con raíces profundas en los valores del respeto y la disciplina".

 Desde Alhama Comunicación seguiremos informando de todos y cada uno de los árboles que se planten, junto con el nombre del alumno que lo haya merecido, en un homenaje constante a su esfuerzo y dedicación.