Sa inquietud de aprender y de perfeccionarse le adentró en otras disciplinas complementarias que enriquecieron su visión de la práctica marcial.
Francisco Núñez García, uno de los alumnos veteranos del club, inició hace años su camino en el karate con la ilusión de aprender, de crecer y de descubrir en esta disciplina mucho más que un deporte. Muy pronto encontró en las artes marciales un espacio de equilibrio, respeto y constancia, valores que lo han acompañado en todas las etapas de su vida. Su compromiso no se quedó en lo personal: ese entusiasmo se convirtió también en semilla que supo transmitir a su propia familia. Su hija, contagiada por el ejemplo y la pasión de su padre, abrazó con naturalidad el amor por este noble arte, prolongando así una tradición que se enraíza de generación en generación.
Con el paso del tiempo Paco no se limitó a entrenar únicamente karate. Fiel a la inquietud de aprender y de perfeccionarse, se adentró en otras disciplinas complementarias que enriquecieron su visión de la práctica marcial. El chi-kung, con su profundo trabajo sobre la energía interna, lo llevó a descubrir la importancia de la respiración y de la serenidad. En paralelo, se formó en técnicas de sanación como el reiki, en hipnoterapia y en masajes, ampliando su horizonte y llevando a la práctica una idea que siempre defendió: cuidar el cuerpo y la mente de manera integral.
El club reconoce en Paco no solo al alumno aplicado, sino también al compañero dispuesto a compartir, al practicante que nunca ha dejado de crecer. Su camino recuerda que el aprendizaje marcial no concluye con un cinturón ni con un grado, sino que continúa en una búsqueda constante de equilibrio y conocimiento.
Por ello, su nombre queda también ligado a la iniciativa de plantar un árbol, símbolo vivo de la huella que dejan quienes forman parte de esta comunidad. Un árbol que crecerá firme y recto, al igual que lo ha hecho su trayectoria; que extenderá sus ramas como Paco ha extendido su saber a nuevas generaciones; y que dará sombra y cobijo, reflejando el espíritu de ayuda y entrega que siempre lo ha caracterizado.
Cada árbol enraizado en esta tierra es un homenaje a una historia personal y colectiva, y el de Paco Núñez García es ya parte de este bosque simbólico que crece con el paso de los años.