
En una tarde de mayo de 1843, vino al mundo en Las Palmas de Gran Canaria, Benito Pérez Galdós, décimo hijo de una familia de clase media, donde se crió enfermizo y retraído, bajo la férrea disciplina materna. Alguna vez sintió impulsos de rebeldía, pero su timidez lo sumió en un mecanismo defensivo de silencio y reserva que, a la larga, constituiría la clave de su personalidad.