Te llamo así en homenaje al desafortunado gato de mi infancia de espectador de las desgracias de diversos felinos.
Lo del chico lo escribo en un arrebato de autoconfianza y por aquello de emplear el título de una magnífica comedia romántica.
Supongo que muchos de mis pocos lectores, pensarán que es éste arduo tema para desarrollar en el breve espacio de poco más de un folio.
De la austeridad personal que me permite cambiar cachivaches, artefactos y lujosos viajes por tiempo.
Que, a fin de cuentas, no ha hecho nada que no hubiese hecho cualquiera en su lugar.