Hasta la derrota final.
Si Rick hubiese combatido con Franco y no contra Franco, no hubiese acabado en Casablanca si no, tal vez en el Pasapoga de Madrid. Con lo cual la mítica película se hubiese malogrado de todas todas. Un Rick triunfador hubiese sido tan absolutamente indigerible como un capitán Renault honesto. Y la prueba, para mí definitiva, la tenemos en el honestísimo Víctor Laszlo, el marido de la rubia y héroe de la Resistencia. Que a mí particularmente me resulta absolutamente repelente, por su pretensión de que el mundo necesita que él escape a los Estados Unidos.
Existe en el fracaso, en la derrota, en lo que pudo haber sido y no fue, en definitiva, una cierta poética de la cual carecen los vencedores absolutos. Uno puede admirar los éxitos deportivos de Messi, pero dudo que una novela sobre su vida resultase literariamente interesante, a no ser para los barcelonistas más convencidos. Particularmente siempre he sido desde mi infancia, de ponerme más al lado de los perdedores, de los más débiles y necesitados.
“La nueve. Los españoles que liberaron París”, obra a la que siguió “Y ahora volved a casa”.
Es por ello que me ha interesado y conmovido la historia de los miles de republicanos españoles que bien en la Resistencia, bien en la Nueve, ayudaron a liberar a Francia del yugo Nazi. De la esperanza por la proclamación de la Segunda República Española hasta la decepción por no haber seguido con sus tanquetas hasta Madrid, acompañamos a bastantes de esos combatientes en sus propios relatos, en la obra de Evelyn Mesquida “La nueve. Los españoles que liberaron París”, obra a la que siguió “Y ahora volved a casa”. Desde los campos de batalla en España a los campos de trabajo e internamiento en Francia seguimos la trayectoria de los hombres y mujeres que durante nueve años combatieron al Franquismo y al Nazismo. Cada una de las vidas de esas gentes daría de por sí para una novela extraordinaria.
Pero lo que me ha llamado más la atención es que todos y cada a uno de los combatientes cuentan el deseo de, una vez derrotado el Nazismo continuar la lucha en España hasta restaurar la República. Algo que incluso les había sido prometido por el propio general Lecrerc, a cuyas órdenes estaba la Novena. Fue ese convencimiento el que les permitió participar como fuerza de asalto en las batallas en las que participaron y poner de manifiesto que los soldados republicanos españoles eran de los mejores, dada su experiencia de combate en España.
Supongo que los que sobrevivieron y llegaron a disfrutar de la vejez, tendrían tiempo para repasar su historia y para llegar a lo conclusión de que, como a todos los idealistas, los habían utilizado y engañado. Pero también estoy casi seguro de que muy pocos se arrepintieron
Pero una cosa eran los deseos de esos hombres y otra muy distinta lo que De Gaulle y los EE.UU, tenían proyectado. Primero les ordenaron quitar la bandera republicana de sus tanquetas, por último, fueron desmovilizados o invitados a acompañar a Lecrerc a Indochina. Alguno aceptó.
Supongo que los que sobrevivieron y llegaron a disfrutar de la vejez, tendrían tiempo para repasar su historia y para llegar a lo conclusión de que, como a todos los idealistas, los habían utilizado y engañado. Pero también estoy casi seguro de que muy pocos se arrepintieron e incluso, de darse el caso, no hubieran dudado en repetir cada uno de sus pasos, de sus sufrimientos y de sus luchas.
De victoria en victoria hasta la derrota final los españoles que combatieron por la libertad de Francia, antes incluso que los franceses, dejaron siempre un buen recuerdo por donde pasaron. Desgraciadamente la Historia, por razones que prefiero ignorar, aunque no las ignore, cubrió a estos republicanos españoles con el manto del olvido.
Las obras de Evelyn Mesquida han contribuido a rescatarlos de ese olvido. Y me han proporcionado momentos de intensa emoción al leer esas historias de gente a las que ni los intensos sufrimientos, ni el hambre, ni las palizas, ni la guerra, lograron doblegar.
Supongo que los que sobrevivieron y llegaron a disfrutar de la vejez, tendrían tiempo para repasar su historia y para llegar a lo conclusión de que, como a todos los idealistas, los habían utilizado y engañado. Pero también estoy casi seguro de que muy pocos se arrepintieron e incluso, de darse el caso, no hubieran dudado en repetir cada uno de sus pasos, de sus sufrimientos y de sus luchas.
De victoria en victoria hasta la derrota final los españoles que combatieron por la libertad de Francia, antes incluso que los franceses, dejaron siempre un buen recuerdo por donde pasaron. Desgraciadamente la Historia, por razones que prefiero ignorar, aunque no las ignore, cubrió a estos republicanos españoles con el manto del olvido.
Las obras de Evelyn Mesquida han contribuido a rescatarlos de ese olvido. Y me han proporcionado momentos de intensa emoción al leer esas historias de gente a las que ni los intensos sufrimientos, ni el hambre, ni las palizas, ni la guerra, lograron doblegar.
En memoria de nuestra paisana Carmen Ariza, colaboradora de la Resistencia Francesa, que fue condecorada por su contribución en la lucha contra los nazis por el gobierno francés.
Documental de La 2 de TVE sobre La 9