Los que se ponen la mano en la cabeza cuando se habla de memoria histórica son los primeros en provocar, en este caso insultar a los alhameños, y siguen excluyendo que se haga justicia a los que no son ‘de los suyos’
A los lamentables episodios que tiene la Iglesia Católica en estos días hay que unirle otro de provocación manifiesta, y de insulto a los alhameños, que según publica la web de la Diócesis de Granada se realizó el pasado lunes, 11 de abril, en Alhama, con la excusa de una supuesta ‘Formación Permanente del Clero’.
Esta Formación Permanente del Clero llevaba como tema ‘recordar a los sacerdotes diocesanos mártires, muchos de ellos asesinados en esta ciudad de Alhama de Granada a causa de la fe’.
Bien es cierto que en Alhama se fusiló al párroco, que además tenía nombre; Pedro Ruiz de Valdivia, cuyos textos aparecidos al respecto publicamos nosotros en el año 2004, y que pueden leer si pulsan aquí.
Es lamentable los acontecimientos que se producen en una guerra, sobre todo entre hermanos, pero nada de esto hubiese ocurrido si ésta no se hubiese producido y si la parte del ejército que se subleva contra el poder legal, popular y obrero no hubiese sido apoyado por los fascistas, nazis, falangistas y la iglesia de entonces.
Venir a estas alturas, con la que está cayendo sobre este asunto y donde la iglesia también se ha posicionado hablando de olvido y perdón, a decir de manera genérica plural que los alhameños asesinaron a muchos sacerdotes a causa de su fe, es una indignante provocación e insulto a los alhameños de ahora, que solo viene a confirmar que la Iglesia es la que menos olvida ni perdona.
Incluso se programó una visita al cementerio para honrar a sus muertos, al mismo cementerio cuyas tapias fueron testigos de cientos de fusilamientos tras la toma de Alhama por los insurrectos y traidores fascistas en enero de 1937. El mismo cementerio que acogió los cuerpos de sobre cerca de 90 guardia marines de entre 15 y 18 años, de la escuela naval que se encontraban el Alhama defendiendo la legalidad republicana, fusilados de una sola tacada tras esta entrada en Alhama de las tropas franquistas, y como escarmiento a los que se resistieran, y que todavía esperamos por parte de las autoridades se les haga el correspondiente reconocimiento a los caídos por defender la legalidad, a los pobres y a los obreros, que no era lo que precisamente defendía la Iglesia Católica.
Esperamos que nuestras autoridades y políticos locales reaccionen ante este agravio a los alhameños, haciendo que el nombre de nuestra Alhama, y el de nuestros padres y abuelos, quieran pasarlos a la historia como asesinos de curas, y tomen las medidas oportunas por este insulto. Aunque muchos nos tememos que responderán con el silencio cómplice y seguirán formando parte de las manifestaciones religiosas que siguen haciendo imposible la separación Iglesia-Estado, y de una normalización democrática.
Imágenes de Franco y sus aliados de la iglesia católica
El alhameño Juan Gutiérrez, socio fundador y presidente de la Asociación para la Amistad Franco-Española de Pamiers (Francia) cuenta la huida de Alhama junto a su familia, cuando contaba con tan sólo seis años y medio de edad. «Como la cosa se ponía fea mi padre pidió a mi madre que fuera preparando a los niños para salir hacia la Costa». A las tres de la tarde abandonaban la huerta de la Peña para, río arriba, dirigirse hacia la Venta Palma. El grupo estaba compuesto por ocho adultos y cinco chiquillos que realizaron parte del trayecto metidos en los «cujones de un serón donde se ponían los cántaros». Recuerda como fueron unos días de fuertes lluvias y fríos intensos, hasta el punto de que «la mujer de Antonio Bonilla que iba con tres hijos hizo una choza en pleno barranco, arropó a los tres niños con su manta de flecos negros y al día siguiente amanecieron muertos de frío». Con las claras del día iniciaron el paso del puerto de Sierra Tejeda hasta que llegaron a Canillas de Aceituno. Diez días estuvo sin parar de llover y sobre el 2 ó 3 de febrero su padre, que había alquilado un coche de punto en Vélez Málaga vino a recogerles para dirigirse a Nerja. Aquí tomarían el autobús para continuar hacia Almería donde llegaron bien entrada la noche y donde permanecieron unos 15 días. Desde aquí se dirigieron en tren hasta Baza, donde permanecieron 27 meses, hasta el final de la guerra y donde su padre fue detenido y encarcelado.
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