Antonio Arenas difunde en IDEAL la publicación del libro de nuestro paisano Juan Gutiérrez. Un exiliado alhameño publica en Francia 'La revolución y las colectividades en Alhama de Granada' donde recoge sus vivencias y recuerdos desde 1930.
09/01/2008.- EL próximo 22 de enero se cumplen 71 aniversario de una trágica fecha para muchos alhameños y vecinos de esta comarca. La entrada de las tropas nacionalistas al mando de Queipo de Llano dio lugar al tristemente recordado «año de la corría» (1937). Juan Gutiérrez, un alhameño nacido el 12 de abril de 1930, actualmente residente en el sur de Francia, ha visto materializado uno de sus sueños: la publicación de sus memorias, que recogen varias décadas de penurias y que desea sean conocidas por los jóvenes «para que nunca más les toque vivir lo que a nosotros».
Juan Gutiérrez, socio fundador y presidente de la Asociación para la Amistad Franco-Española de Pamiers (Francia) cuenta la huida de Alhama junto a su familia, cuando contaba con tan sólo seis años y medio de edad. «Como la cosa se ponía fea mi padre pidió a mi madre que fuera preparando a los niños para salir hacia la Costa». A las tres de la tarde abandonaban la huerta de la Peña para, río arriba, dirigirse hacia la Venta Palma. El grupo estaba compuesto por ocho adultos y cinco chiquillos que realizaron parte del trayecto metidos en los «cujones de un serón donde se ponían los cántaros». Recuerda como fueron unos días de fuertes lluvias y fríos intensos, hasta el punto de que «la mujer de Antonio Bonilla que iba con tres hijos hizo una choza en pleno barranco, arropó a los tres niños con su manta de flecos negros y al día siguiente amanecieron muertos de frío». Con las claras del día iniciaron el paso del puerto de Sierra Tejeda hasta que llegaron a Canillas de Aceituno. Diez días estuvo sin parar de llover y sobre el 2 ó 3 de febrero su padre, que había alquilado un coche de punto en Vélez Málaga vino a recogerles para dirigirse a Nerja. Aquí tomarían el autobús para continuar hacia Almería donde llegaron bien entrada la noche y donde permanecieron unos 15 días. Desde aquí se dirigieron en tren hasta Baza, donde permanecieron 27 meses, hasta el final de la guerra y donde su padre fue detenido y encarcelado.
En su texto, previamente explica el funcionamiento de los «topes», cuando la cuadrillas de campesinos iban por su cuenta a escardar a las hazas de los terratenientes y cuyo manijero era el responsable de cobrar los jornales. También incluye el nacimiento y primeras colectividades en Alhama ya que su padre, Lucas Gutiérrez López; fue designado presidente del consejo obrero. «Todas las tierras abandonadas por sus dueños huidos a zona rebelde fueron automáticamente colectivizadas. Se creó una colectividad en una vivienda de la calle Salmerones. Allí se concentraron todos los productos (cereales, legumbres, aceite, productos de la matanza, ) y por medio de un simple vale las familias, de acuerdo a los miembros, podían retirar lo que necesitaban» explica antes de añadir que «también colectivizaron un molino, el de Manolo Castro, del 19 de julio de 1936 hasta el 22 de enero de 1937, en el que trabajaban 14 operarios porque el entonces dueño, Francisco Larios Trescastro, se marchó con los sublevados.
Batallón Granada
Juan Gutiérrez relata en varias ocasiones el episodio que pudo costarle la vida a su padre y a otros 18 ó 20 miembros de esta colectividad, pues estando reunidos en el Ayuntamiento se presentó un tal Montes con unas dos milicias comunistas-estalinistas procedentes de Málaga tratando de deshacer colectividades, para lo que «venían armados hasta los dientes». «Si salvaron el pellejo fue porque en el caserón del Castillo había unas milicias de la FAI que lo impidieron».
También relata la formación del 'Batallón Granada' cuyo capitán era un primo de su padre que tenía el mismo nombre y apellidos, compuesto por 950 hombres, todos de Alhama y de los pueblos limítrofes que hacían su instrucción en el paseo del Cisne, vestidos con su ropa de campesinos y sin armas.
«Mi padre era conocido como Lucas, 'El Chófer' por tener un camión y más tarde un coche de punto». Aquí recuerda que «el Ayuntamiento de Alhama tiene una deuda con mi padre de más de 3.000 pesetas de las de entonces. Dinero que no le podían pagar porque ya estaba fusilado, pero que nos hubieran servido para quitar alguna hambre porque su viuda e hijos pasamos y no poca».
En Valencia
Esta es a grandes rasgos la desgarradora historia de Juan Gutiérrez quien, por ser el mayor de los tres hermanos -el segundo inválido desde los 8 años y una pequeña-, apenas pudo asistir a la escuela y pese a padecer asma bronquial tuvo que comenzar a trabajar como porquero a los 11 años de edad. «Mi madre me colocó en el cortijo de Potrilla donde guardaba entre 70 y 85 guarros». Cada diez 10 días regresaba al pueblo para que le lavara la ropa. Al no disponer de muda se tenía que desnudar y meter en la cama mientras su madre se la lavaba y secaba. En 1944 se fue al cortijo de los Morales, como cabrero, y tras un año y medio, se salió para trabajar en las faenas agrícolas y como leñador hasta el año 1951 que emigró a Valencia, al tener un tío que prefirió instalarse allí al finalizar la guerra y donde realizaría multitud de trabajos pese a lo que vivieron de forma precaria.
«En la localidad de Sagunto se formó una comunidad de alhameños en los alrededores del castillo que vivían en barracas de 6 metros cuadrados, sin agua ni luz y que celebraron la muerte de Jerónimo Castillo, pues por su culpa fueron fusilados muchos alhameños y otros encarcelados».
Según indica, en Alhama el número de fusilamientos, no sólo durante la guerra sino también en los años posteriores sobrepasaron los 200. «Mi familia lo pagó muy caro: mi padre, mi tío Pepe, un hermano de mi abuelo y el novio de mi tía María, fueron fusilados». Del trágico final de su padre se enteró cuando vio a su madre con 30 años «vestida de luto de los pies a la cabeza». No obstante sería en 1974, al regresar por primera vez a Alhama tras su marcha, cuando una paisana ya anciana cuyo marido había compartido prisión la que le contó que «le habían echado siete penas de muerte». Desde su retiro en Francia Juan Gutiérrez pide a las nuevas generaciones de alhameños que «busquen siempre el camino de la paz».