

El viajero y médico egipcio Abd al-Basit, que llegó a Alhama a finales de 1465, dejó escrito de la misma que era “uno de los países (lugares) más amenos y bellos”, lo que, una vez más, y estamos a la altura del siglo XV, nuestro pueblo atraía y agrada a cuantos a él llegaban.

Todos los alhameños debemos sentirnos orgullosos del escudo que representa a nuestra querida ciudad y, por lo tanto, a todos los alhameños. Desde el mismo, más de quinientos años de historia nos contemplan. No dejemos de acercarnos a su hermoso y fácil conocimiento e interpretación del significado de los elementos que lo constituyen.

Viajó durante veinticinco años y recorrió unos ciento diez mil kilómetros. Desde Fez, antes de retirarse definitivamente a su Tánger natal, visito Alhama, en el año 1349, hablando de los Baños y una mezquita muy bien situada y construida.
Fantástico y heroico caballero de leyenda que descolló en Alhama, que Inocente García Carrillo, partiendo del “Libro de los repartimientos”, confirma que, entre otras propiedades, tuvo la del Molino Mochón, en “El Vadillo” alhameño. Fue el que llevó a cabo, partiendo de Alhama, la histórica aventura de colocar las palabras “Ave María” en la puerta de la mismísima mezquita mayor de Granada.
Nuestra Alhama, por diversas y fundamentales circunstancias, ha sido lugar visitado a lo largo de todos los tiempos por viajeros escritores de los más diversos países, consiguiendo con ello una gran proyección.
La primera vez que vino a Alhama fue acompañando a Fernando el Católico, a socorrer y abastecer la ciudad. Bendijo sus tres mezquitas en iglesias y, en nombre de la reina, las dotó de sus enseres necesarios para el culto.

¿Y quién no al ver que se quedaba sin la bella Granada? Alhama era el lugar ideal para un buen retiro tras la derrota total. Pero la reina Isabel quería mucho a Alhama para que esto fuese ni siquiera una hipótesis.
Somos descendientes de los que ganaron aquella guerra. Hemos permanecido en este lugar y narrado su historia desde crónicas cristinas durante siglos. Pocas han sido las excepciones a esta realidad, entre estas está el relato que nos ofreció, finalizando el siglo XIX, un gran orientalista, catedrático de la Universidad de Granada, que lo hizo desde crónicas musulmanas, Leopoldo de Eguílaz Yanguas.
Jamás he recibido encomienda, en este orden de cosas, que más me haya honrado y satisfecho, junto con la fijación de las armas del escudo de Alhama, que el que estudiase y propusiese cual podía ser la Bandera de nuestra Alhama.

Hoy, 28 de febrero de 2015, hace exactamente 533 años que los alhameños musulmanes, que tanto valor demostraron en la defensa de lo que era su población, se vieron derrotados. En honor y homenaje a aquel demostrado amor que nuestros paisanos moros de aquel momento le tuvieron a esta tierra que justamente era la suya, voy a referirme hoy a una de las pocas satisfacciones que tuvieron, entre tantas derrotas que les infringieron los cristianos durante aquellos años, como fue la actuación y victorias de El Zagal, "El valiente", sobre los castellanos en el año de 1485.