Antes de irse a comer han emparvado. Y por la tarde, a trillar. No hay otra faena del verano que le guste más a Bonilla. Tanto, que casi siempre es él quien lo hace.
Coloca los anterrollos a las bestias y ata el “cabresto” del mulo al pescuezo de la mula (esta siempre va a la mano); cuando a veces el aparcero trae su yegua, es ella la que trilla en el cabo. Dar vueltas montado en el trillo cuando la mies ya está algo deshecha, arreando a los mulos para que troten, es para Bonilla una auténtica gozada; a veces, hasta se echa unas coplillas. Su padre se encarga de que la parva esté siempre bien remetida y de volverla cuando toca; aunque también Bonilla en las últimas vueltas hace lo que puede con su “bielgo” de seis dientes.
Es medio día (las dos de la tarde). El padre de Bonilla considera que la paja está ya suficientemente molida. Saca las bestias fuera y desengancha. Su hijo será el encargado de llevarlas al río a beber, montado sobre la mula y con el mulo de reata, y volver rápidamente a la era. Mientras tanto él ha empezado a amontonar. En un rastrojo cercano traban a los animales y allí permanecerán mientras Bonilla y su padre almuerzan y descansan; un descanso muy breve porque “está corriendo poniente y hay que aligerar, que, en cuanto se vaya el sol, se echa” –dice el padre de Bonilla mientras se refresca la cara en una palangana que hay sobre una silla de la cocina.
La madre ha llegado con una olla de leche fresca y pan de aceite para todos. La acompaña Antoñillo. Pero, de momento, la merienda tendrá que esperar, no sea que el aire se eche o cambie y nos pille sin acabar. Ahora sí, grano y paja separados por un espacio completamente limpio. Y en los rostros de todos, la satisfacción por la tarea bien hecha y bien terminada. El sol está a punto de ocultarse en el horizonte, cuando nuestros protagonistas, sentados sobre la jerga, dan cuenta de las bien merecidas viandas. A la merienda se han unido también Rodrigo y Danielillo, los dos hijos pequeños de Antonio el yesero que, como de costumbre, se han acercado a la era, con sus sacos y su espuerta, dispuestos a recoger y llevarse el tamo.
Queda aún ahechar, envasar y llevar los costales. Esto prolongará la jornada de hoy hasta bien entrada la noche. Pero esto ya para Bonilla es casi hasta divertido… si no fuera porque la era está demasiado cerca del cementerio y a él le hace poca gracia quedarse vigilando, mientras su padre y el aparcero van y vienen con las cargas de grano.
Vocabulario
Abalear: Separar las granzas del grano con una escoba.
Ahechar: Limpiar con la criba.
Amontonar (la parva): Hacerla un montón.
Angarillas: Armazón de madera utilizado para barcinar.
Anterrollo: Collera de pleita forrada de lona para sujetar el tiro del trillo.
Aparcero: Persona que colabora con otra en las tareas agrícolas y que aporta, además, una bestia. Recibe, a su vez, los mismos beneficios del otro aparcero.
Barcinar: Transportar las gavillas a la era.
Bestia(s): Nombre genérico con que se designan los animales dedicados a la labranza.
“Bielgo” (Bieldo): Utensilio de madera para aventar. Consta de un mango largo y un palo corto travesero en el que se insertan seis u ocho dientes. La bielda es más grande y se utiliza para remover la paja.
Cabo: En la trilla, se dice que va en el cabo la bestia que va en la parte de fuera.
“Cabresto” (Cabestro): Cuerda que, unida a la jáquima, sirve para tirar de las bestias o conducirlas. El primer tramo suele ser un trozo de cadena.
Cordel(es): Hace referencia a los que tenían las angarillas para atar con ellos la carga de gavillas.
Costal: Saco de lona estrecho y largo.
Cribar: Limpiar con la criba.
Emparvar: Extender las gavillas para formar la parva.
Envasar: Meter en su envase: el grano en costales o sacos, la paja en herpiles.
Era: Espacio plano donde se trilla y avienta. Puede ser empedrada o de tierra.
Escoba: Apero para barrer. Solía ser de junco o de rama.
Gavilla: Haz de mieses atadas con un ramal.
Jerga: Conjunto de sacos o costales.
Mano (en la trilla): Se dice que va en la mano la bestia que se coloca en la parte interior.
Mies (o mieses): Matas de cereales que se siegan.
Pala: La pala para aventar es de madera. Consta de la pala propiamente dicha (rectangular, plana, sin rebordes y ligeramente combada transversalmente) y de un mango redondo y largo.
Parva: Mies extendida en la era para trillarla.
Pez: Montón alargado de grano limpio que queda al aventar.
Rastrojo: Residuo de las cañas de la mies que queda en el campo al segar.
Reata (llevar de): Llevar las bestias cogidas del cabestro.
Remeter (la parva): devolver al interior las mieses que tienden a salirse por el borde de la parva.
Soviento: (Palabra no encontrada en el diccionario. ¿Tal vez sotavento?) Aventando, la parte donde cae la paja.
Tamo: Polvo de la paja muy molida.
Trillar: Moler la parva con el trillo.
Trillo (o trilla): Artilugio para trillar. Sus partes esenciales son las ruedas con cuchillas y el tablero. Suele tener un asiento y, a veces, un sistema de seguridad para desenganchar rápidamente en caso de emergencia.
Volver (la parva): Consiste en darle la vuelta con horcas o bieldos (según esté de molida) para que puedan ser trilladas las mieses que quedaron debajo.