No es hora de buscar responsables, ni de recriminaciones.
Resulta casi inevitable escribir sobre el coronavirus. Pero dado que sólo puedo opinar de lo que conozco, de lo que sé o de lo que estoy razonablemente convencido únicamente puedo escribir de este tema asumiendo la responsabilidad de no dar datos, cifras ni opiniones rotundas. O casi.
Sí puedo afirmar rotundamente que si hay algún modo de salir lo mejor posible de esto es seguir, casi a ciegas, las recomendaciones que nos dan los que tienen algún conocimiento de la materia, es decir el personal sanitario. Si nos quedamos en casa, si sólo salimos lo imprescindible y si nos lavamos bien lavadas las manos frecuentemente, contribuiremos a hacer nuestra parte en esta guerra, que, como casi todas, no hemos buscado nosotros.
Hay que dejar de lado las pequeñas o grandes diferencias políticas y confiar en que estamos en buenas manos. Entre otras cosas porque lo estamos. Quizás nuestros políticos no estén a la altura de las circunstancias, pero tendrán que ponerse al frente, ya lo están haciendo, y hacer aquello para lo que sirven los políticos, que es, precisamente, tomar las medidas necesarias para hacer frente a los pequeños problemas del día a día y a las situaciones imprevistas como la que vivimos. No sobra ni un político, lo que es necesario es, y cito palabras de uno de ellos con el que pocas veces suelo estar de acuerdo, Santiago Abascal, “la unidad nacional”, que yo entiendo como algo tan simple como dejar de lado las diferencias y asumir que cada decisión de las que se han tomado en las últimas horas, es la más adecuada y ha sido fruto del consejo de los expertos en sanidad.
Y ahí sí que creo que estamos en buenas manos, y no es la primera vez que lo escribo. Pero tampoco me importa lo más mínimo repetirlo: La sanidad púbica en España y, en este caso en Andalucía es de auténtico lujo gracias a sus excelentes profesionales a todos los niveles, desde el más básico, pero vital e importantísimo del personal de limpieza para arriba. No me importa escribirlo y cada vez que tengo la oportunidad de mostrar mi agradecimiento a gente con bata blanca o pijama verde, lo hago. De bien nacidos es ser agradecidos y he sido educado por unos padres jóvenes e inexpertos, desventajas de ser primogénito, pero con el sentido común de los humildes, de la gente sencilla, que, en España, suelen estar muy por encima de sus gobernantes especialmente cuando las circunstancias lo exigen.
Y es a ellos a los que apelo, a la gente sencilla y humilde y al personal sanitario para entre todos, y con la aportación de quienes nos gobiernan, para que todos juntos ahora, sepamos y podamos, primero salir de esta situación que nadie podía prever, en primer lugar. Y en segundo lugar que también todos analicemos, en su momento todo lo ocurrido y saquemos la conclusión que sean del caso.
Y poco más se puede decir, ahora toca quedarse en casa y seguir las recomendaciones de los que saben algo de estos asuntos. Una vez más. Nuestro profesional sanitario y, por esta vez nuestros políticos, que creo que están demostrando que, en las grandes ocasiones, incluso ellos pueden dejar de lado sus pequeñas miserias para sacar lo mejor que hay en ellos. Tal vez porque este virus no los respeta ni siquiera a ellos, y sin hacer distinciones entre derecha, e izquierda. Aquí si es verdad que somos todos iguales.
Sí puedo recomendar, eso sí, extremar también las precauciones ante las noticias falsas y bulos que, incluso con este tema, también se dan. La condición de malnacido tiene muy mala cura.