Conversaciones con Federico (y III): la esperanza de Barcelona en una carta (epilogo)


“En la carta le decían que como era español dentro de España donde quisiera podía estar”



En la foto de arriba, Federico recordando a su esposa, y en esta Federico en el jardín de su casa

 Hoy traemos como epilogo de las conversaciones con Federico un importante documento histórico, que respalda gran parte del testimonio de este sencillo hombre de 92 años. El acta de incautación de bienes, inmuebles, muebles y semovientes realizada a su familia, el doce de abril de 1938 (el documento se puede ver aquí). Como esta acta existen en el archivo municipal de Jayena aproximadamente unas 50 (aun sin inventariar, por ello no conocemos el número exacto), de otros tantos represaliados.

 Federico nos relata varios episodios que él vivió de “chico” Principalmente vamos a traer dos de ellos. Las historias de su tío Manuel, y la del “Medico” Francisco García Mejías. Estas historias representan como ningunas otras la vida de posguerra en Jayena. Todos los vecinos que pudieron emigraron en cuanto tuvieron oportunidad a distintos puntos de España o el extranjero, para huir de la miseria y la represión, el pueblo en aquella época era un infierno, Don Paco el Medico hacía y deshacía a su antojo, las injusticias estaban a la orden del día.


Federico y su esposa


Federico, su esposa y familia, en una estampa de cuando vivían en La Resinera

 Cuando terminó la guerra y los presos salieron de la cárcel, mi tío Manuel quería irse a Barcelona. Para ello necesitaba la autorización del juez. Pero el juez no lo quería dejar salir del pueblo, decía que “nadie saldría de Jayena” con pasado rojo. Pero Manuel no era hombre de rendirse, así que ni corto ni perezoso a su manera, y con su maltrecha letra escribió una carta a Franco, explicando en ella su misera situación, y su deseo y voluntad de marchar a Barcelona, en busca de una vida mejor. (No hemos podido confirmar si ciertamente Franco llegó a tener constancia de la carta, o si llegó a leerla, tampoco en los términos que fue redactada, ni la respuesta recibida, solo contamos con el testimonio de Federico que aquí exponemos). El hecho es que aquella carta volvió con respuesta, y una respuesta positiva para Manuel, el tío de Federico. A los veinticinco días llegó la carta respondiendo a la misiva de mi tío Manuel, (nos cuenta Federico), en ella se especificaba (son palabras textuales de Federico), “en la carta le decían que como era español dentro de España donde quisiera podía estar”. Cuando el juez tuvo conocimiento de aquella respuesta, abochornado y casi disculpándose, dio permiso a Manuel para su salida del pueblo. Así que un día no muy lejano de aquel en que recibiera la carta, cogió todo su equipaje y dejó su pueblo, y todas las penas que en el pueblo eran, y se marchó, con sentimiento de dolor por dejar su tierra, volviendo la vista a atrás de vez en cuando, pero decidido, en busca de una esperanza mejor, con el sueño posible de poder volver algún día cuando la libertad y la paz volvieran a su pueblo.


Carmen Arias Rivas, madre de Federico

 Eran tiempo muy difíciles en Jayena como en toda España, sobre todo si te había tocado el bando perdedor. Nos llevábamos golpes por todos lados, el de los vencedores, el de la guardia civil, y el de la gente de la sierra. Unos buscaban venganza, otros solo sobrevivir, algunos enriquecerse en la desdicha, y luego estaban los que por pura envidia denunciaban, hay gente mala en este mundo, pero todos pagan su deuda de una manera o de otra. (A Federico se le quiebra la voz, respira, luego un silencio que a mí se me hace eterno, y arranca otra vez, con su ímpetu cansado, y extraordinariamente sereno, como si sus palabras no fueran para mí, sino para sí mismo).


Postal que Federico envió a su familia cuando realizaba el servicio militar

 Y comienza, el episodio de la gente de la sierra, Machiche, muerte de Zarambuco, fusilado en la Cuesta de las Pulgas por la Guardia civil, y la valentía de la mujer. En el sitio que vivían la cosas eran muy complicadas. El rostro de Federico se torna de rabia e impotencia cuando comienza a hablar de la muerte de la mujer del nene Titara, que se llamaba Consuelo (pero me deja a medias). En ese momento menciona a Don Paco el Medico. Muchas vidas rotas por aquella guerra entre hermanos, vecinos y amigos. La historia de “Don Paco” el medico que se quitó la vida en circunstancias oscuras. Se dice y cuentan muchas versiones de esta historia, aunque la más común es que jugaba en dos bandos. Cuando tuvo constancia de que iba a ser detenido el mismo se quitó la vida. Muchos testimonios en la tradición oral de la historia de Jayena sobre este caso coinciden en ello, son muchos los que afirman y hablan del bien que hizo como médico, otros recuerdan relatos con arraigo sobre las crueldades que mandó realizar. “El Medico”, era a efectos prácticos nos dice Federico “dueño y señor del pueblo”. Tenía su consulta al lado del antiguo cuartel de la Guardia civil, en la Plaza de la Iglesia, (hoy y siempre Plaza de la Constitución). Como medico era médico, ante todo, y atendía a ricos y pobres. “Don Paco” fue alcalde de Jayena también. Probablemente fue su condición de médico y la consecuencia de ejercer como tal la que le llevó a su trágico final. Ello no quita que en su condición de alcalde realizara actos de atrocidad, que según testimonios orales fueron numerosos. Nos cuenta Federico que “Don Paco” curaba y ayudaba en su hacienda de San José a la gente de la sierra. Y cuando las partidas de esta gente de la sierra se fueron diluyendo, muchos de los que se entregaron, para salvar la vida eran obligados a delatar. “Algunos de ellos declararon que “Don Paco” les curó varias veces. Fue entonces cuando la Guardias civil se dispuso a prenderlo. Pero “El Médico” antes de que lo detuvieran, la noche antes acabo con su vida, dicen que, tomando un veneno, la verdad es que yo no sé cómo fue, comenta Federico, pero muerto se lo encontraron cuando llegaron a detenerlo”. Son conocidos en la tradición oral sus enfrentamientos con el párroco de aquel tiempo el cura Jaldo. En una ocasión llegaron a las pistolas discutiendo por la propiedad del cementerio viejo, (el cementerio viejo al que se refiere Federico se ubicaba en lo que es hoy el Hogar del pensionista). Realmente muchos pensaban que por una parte como autoridad del pueblo cometía abusos y se enriquecía, y por otra curando a la gente de la sierra se aseguraba la confianza de estos y la tranquilidad de no ser molestado por ellos.


Manuel Arias Rivas, tío de Federico


Federico vestido de gala cumpliendo del servicio militar

 Son muchos casos los que relata Federico sobre aquel tiempo vivido. Historias todas ellas aun oscuras y turbias, escondidas en el tabú, el terror y el miedo de quienes las vivieron, en las que no quedará más remedio que profundizar e ir desenterrando, de manera respetuosa y fidedigna, antes de que sus últimos testigos desaparezcan. Pues se hace necesario reparar una deuda histórica con todos ellos.

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