El Patronato de Estudios Alhameños en la recuperación de esta tradición tan nuestra que… se va perdiendo.
Ahora hace un par de años que Luis Hinojosa lanzaba un artículo al grito de “¡Que no muera el fandango!”, algo que la la paulatina desaparición de la vida cortijera se ha ido también llevando. El Patronato de Estudios Alhameños, como entidad cultural está haciendo un esfuerzo en este sentido, y del que pronto tendremos noticias al respecto. Pero de momento os invitamos a sumergiros en el recuerdo de lo que suponía el fandango, como vía de escape y diversión, tras las faenas agrícolas en las noches cortijeras, con esta visión que nos ha preparado Luis Hinojosa.
El fandango de Alhama
Esta noche hay baile en Las Solanas. Así se lo comunicaron los escardadores de este cortijo a los del cortijo Barranco aquel frío día de diciembre en que coincidieron los unos en la Pata Cabra y los otros en la Umbría.
Pronto se corrió la voz por el cortijo Moreno, por la Venta y por la Huerta. El resultado fue que, a las siete de la tarde, ya de noche, un buen puñado de cortijeros y cortijeras de aquellos contornos, junto a escardadores “de vará” que pernoctaban en los mismos y algunos mozos y mozas que en ellos servían, ya esperaban en la amplísima cocina, charlando amigablemente, a que Vicente afinase su guitarra para empezar el baile.
No había más instrumentos. Tampoco hacían falta. Luisa cogió el almirez de encima de la chimenea y su prima María una botella rizada de la alacena y una cuchara. Pronto acompasaron el ritmo aquellos tres ‘tocaores’ y el primer espontáneo se arrancó a cantar: “que la nieve en el barranco/ eres más bonita niña/ que la nieve en el barranco/ que el clavel en la maceta/ y la azucena en el campo/ eres más bonita niña”.
Y así, entre copla y copla y entre vasillo y vasillo de vino del terreno, transcurrió aquella velada invernal hasta que a las once de la noche Luisa empezó a mover las tenazas en la chimenea con impetuosa agilidad y los visitantes fueron abandonando aquel cortijo para dirigirse cada cual al suyo.
Este imaginario relato refleja una realidad no tan lejana. Nuestros cortijos, hoy abandonados y derruidos unos, y reformados otros para puntuales días de esparcimiento, estuvieron, no mucho ha, llenos de gentes, llenos de vida. Y el fandango de Alhama fue el eje principal de sus ratos de esparcimiento.
De aquel modo de vida solo nos queda el recuerdo, los relatos de nuestros mayores, y el testimonio de algún nostálgico escritor que, como Mariló V. Oyonarte, se empeña en transmitir a la posteridad este tesoro que es nuestra historia más cercana.
Por esta misma razón, el Patronato de Estudios Alhameños, mediante un trabajo de Maribel Hinojosa y de un servidor, intenta ahora rescatar del olvido el fandango de Alhama, nuestro fandango, y darlo a conocer a las actuales generaciones, a los jóvenes, a los niños. Que se conozca su música, su baile, sus coplillas. Que se cante, se toque y se baile. Y que esta joya de nuestro patrimonio no caiga en el olvido.
Invitaremos a todos los centros educativos, a las asociaciones y a todos los ciudadanos que ese día nos quieran acompañar en la presentación de esta obra. Será el día 24 de octubre, en el ayuntamiento. Allí tocaremos, cantaremos y bailaremos. Pero, sobre todo, hemos de tomar conciencia de que somos responsables del patrimonio cultural que nuestros mayores nos legaron. Nuestra particular historia, nuestros monumentos, nuestro vocabulario y nuestro folclore nos han hecho ser quienes somos. Responsabilidad nuestra es conocerlos, cuidarlos y transmitirlos a nuestros hijos y nietos para que ellos, a su vez, hagan lo mismo con los suyos.
Santa Cruz, octubre 2025
Luis Hinojosa D.