“Cumpliendo un acto de estricta justicia, Alhama rinde homenaje de reconocimiento y gratitud a una persona que, por su entrega y afectos a esta ciudad y tierra, ha de ser y es ya, inequívocamente, considerado como uno de los alhameños destacados de este siglo cuya última década estamos viviendo”.
Con estas palabras, el entonces alcalde, Antonio Molina Gómez, abría la publicación del homenaje que se rindió a José Luis de Mena y Mejuto, el día 14 de abril de 1991.Sintetisamos al respecto, José Luis de Mena, persona humanamente excepcional y singular periodista, desde que tuvo su primer contacto con Alhama, allá por junio de 1962, hasta prácticamente horas antes de entrar, a mediados de marzo de 1989, en la profunda enfermedad que le llevó a la muerte, estuvo siempre atento y dispuesto a entregarse a favor de toda Alhama, de todo aquello que pudiese suponer engrandecimiento o mejora para este pueblo.
Jamás regateó el más mínimo esfuerzo, en el transcurso de tantos y tantos años, cuando se trataba de actuar, escribir o hablar para o de Alhama. Sabiendo siempre hacerlo con altas miras, con responsabilidad y, sobre todo, teniendo muy presente lo que más convenía a los intereses generales de toda Alhama, no dejándose nunca llevar por actitudes o posturas particulares o partidistas de cualquier índole.
Puede, se escribió en aquél momento, como se diría en este, que se considere como un recurso manido, pero es totalmente cierto que Alhama, su Ayuntamiento Pleno y su pueblo, sintiendo un afecto sincero por José Luis de Mena, pensó en más de una ocasión, como también se le propuso, en que llegara la justa oportunidad de manifestarle, de una forma oficial, su gratitud por el gran amor que siempre evidenció hacia Alhama, por medio de la fructífera labor que desarrolló durante tres décadas en pro de este pueblo, pero, como en tantas y tantas ocasiones, como con cierta inoportunidad suele suceder, tuvo que llegar su definitiva marcha para convertir este reconocimiento, además de en justísimo, en totalmente ineludible porque, como bien sabido es, el sentir de un pueblo puede contenerse durante el paso de algún tiempo, pero jamás puede permitirse que se desdibuje y, aún menos, que se borre.
De ahí que esta sección “Cuando las piedras hablan”, venga, sobre todo, desde “Alhama Comunicación”, el medio de comunicación que José Luis diría que ha recorrido y proyectado a las cuatro esquinas de La Tierra -sí, esquinas, puntos más lejanos y completando todo el globo terráqueo- a nuestra Alhama y su comarca, tenga por único propósito, reitero que me refiero a esta sección, refrescar y actualizar el porqué y contenido de las placas, los monumentos y símbolos que he venido proponiendo o en algo he intervenido, ya desde hace más de cincuenta y ocho años. Lo que propuse y sigo haciéndolo para que nuestra Alhama y pueblos de la comarca, especialmente las nuevas generaciones, no sean olvidados con el transcurrir de los años.
José Luis de Mena, la persona a la que tanto debo, al abrirme las puertas de Málaga, mediante la redacción del naciente e inolvidable diario “Sol de España”, del que fue su delegado en la misma capital de la provincia, llegó a Alhama el día 30 de junio de 1962, atraído por su afán de entrega y solidaridad con los más débiles, sumándose a la primera edición de las denominadas Campañas de Alfabetización Nacional 1962-1963, dedicadas a personas y familias del campo y a los jornaleros.
Una bella historia de amor, le hizo comenzar a que Alhama era ya algo de su vida para siempre. Se enamoró de toda una excelente persona, en todo los órdenes, y por lo tanto el la belleza y estilo femenino que poseía, Juanita Morales Mijoler, hija de quien había sido alcalde de Alhama y al que, respetándolo todos, conocíamos como “El alcalde viejo”, Miguel Morales Palazón. En mi artículo “José Luis de Mena, el singular alhameño que lo fue por amor”, publicado dentro de mi sección “Volviendo al ayer”, que adjuntamos a continuación, tienen toda la información, menos la del homenaje en concreto y placa que se le dedicó en el primer aniversario de su partida.
HOMENAJE Y PLACA
Con Antonio Molina Gómez, como alcalde, y con Francisco Escobedo Valenzuela, como concejal delegado de Cultura, siembre abiertos y atentos a todo lo que pudiese beneficiar a Alhama o fuese justo a favor de ella, hablamos en distinta ocasiones. Ya en agosto de1990, hablamos del homenaje a José Luis, coincidiendo que el día más apropiado era el del aniversario de su muerte, el 14 de abril de 1991.
Pasó un tiempo más y nos pusimos en marcha. Sabíamos que toda su gran familia asistiría, pero también muchos alhameños y, además, muchos periodistas de toda Andalucía, en especial de Granada y Málaga.
Se trataba de que de alguna forma la gratitud y reconocimiento de Alhama quedase plasmado de alguna forma para siempre -si es que algo llega a este logro-, por lo tanto, además del correspondiente acto, se debía dedicar una placa en la fachada de la que fue su casa familiar en Alhama, justamente la primera que linda con la Casa Consistorial. La placa me encargue yo, lógicamente exponiendo que iría mostrando los oportunos contenidos y formas antes de hacerse definitivamente.
Faltaban aún algunos meses y fui viendo que posibilidades podían llevarse a cabo. Al final medí cuenta que podía quedar más llamativa y tener más atractivo en cerámica que en piedra, como ya se habían hecho otras. Además, mi buen amigo y ceramista Javier Postigo, tenía su taller en el mismo Rincón de la Victoria, realizando trabajos para toda España y algunos países más. El prestigio del Taller de Cerámica Menake era indiscutible.
Elegimos los adornos que llevaría la placa, figuras y colores y el tipo de letra y tamaño, sólo faltaba que texto sería el adecuado y justo, el que aún no había escrito aún, a pesar de no olvidarme de ello. Una vez más, en aquellos días de la determinación en la realización de la placa, tuve un viaje cameral a Lyon, en la que ya había estado y me había dejado una impresión especial. Uno de los medios días en que no tenía nada que hacer en las misiones a las que asistía, cogí el tren y en una hora y media pase de Francia a Suiza, de Lyon a Ginebra, con la idea principal de ver el chorro de agua, entonces al menos, considerado el más importante del mundo. Lo vi y admiré durante más de una hora Di alguna vuelva por el centro de Ginebra y, comenzando a llover, me refugié en la Catedral de San Pedro, perteneciente a la Iglesia Reformada Protestante, la que sería la adoptada como iglesia madre por Juan Calvino, una de las figuras de la Reforma Protestante. La visité y, sentándome en uno de sus hermosos bancos, me dije ahora mismo escribo el texto de la placa pendiente. Parece que el rigor y la síntesis del calvinista, me inspiró en el deseo de ser muy claro, concreto y que en pocas palabras expresase lo que Alhama sentía y a José Luis le correspondía.
Una vez de vuelta en Málaga, envié copia del texto a Antonio Molina y a Paco Escobedo y a ambos agradó, dándome el permiso para que fuese el que llevase la placa, con el diseño y dibujos enviados semanas antes.
ACTO EN EL AYUNTAMIENTO Y ESCUDO DE ORO
Los actos se iniciaron a las doce de la mañana de aquel 14 de abril de 1991. El salón de acto del anterior edificio del ayuntamiento, bastante más amplio que el del actual, repleto de personas. Juanita Morales, junto a sus hijos José Luis, Juanita y Concha María, así como Francisco de Mena, hermano de José Luis -buen amigo personal y al que en tantas ocasiones mostré lo mejor de Málaga hasta que se casó con una malagueña y se vino para esta ciudad definitivamente hasta su partida-, ocuparon la parte derecha del estrado. La parte izquierda del mismo fue ocupada por los concejales mientras que la presidencia propiamente dicha estaba ocupada por el alcalde de la ciudad, Antonio Molina Gómez; director de “Ideal”, Melchor Sáiz-Pardo Rubio; presidente de la Asociación de la Prensa, Rafael García Manzano; primer teniente-alcalde, Salvador Fernández Pavón, y por quien esto escribe como coordinar del acto.
Tuve el honor de abrir el acto y, como a todos los intervinientes, de un modo u otro, al hablar de José Luis y hacerlo dirigiéndonos a su mujer e hijos la emoción pudo en más de un instante e hizo que los sentimiento afloraran, muy especialmente en la familia y en los que, además, éramos amigos inseparables de José Luis, en sus compañeros de Granada y de Málaga, y de otras provincias, en sus tantos amigos de Alhama. Y más aún cuando el alcalde le entregó a la viuda el “Escudo de Oro” que la Corporación Municipal otorgaba a José Luis de Mena y Mejuto, a título póstumo.
Juanita, lógicamente, con los ojos empañados y viendo a sus hijos también con lágrimas, pronunció unas muy breves palabras de inmensa gratitud, las que podía pronunciar que salían de los mejor de su corazón y en nombre de toda la familia. Las que fueron larga y calurosamente aplaudidas por la numerosa asistencia.
Se llevó a cabo una publicación en homenaje a José Luis que, bajo el titulo “La Ciudad de Alhama a José Luis de Mena” y teniendo como portada y contraportada el dibujo de Joris Hoefnagel, contenía unas palabras del alcalde, foto de José Luis de Mena, mi artículo “Crónica sentimental en dos tiempos a José Luis de Mena, Abril 1990-Abril, 1991.”, y trabajos suyos como “Alhama, la ciudad suspirada”, “S.O.S. para la Alhama Monumental” y “Un siglo de la fundación de las Mercedarias en Alhama”, que impreso en los Talleres de Gráficas San Pancracio de Málaga fue distribuido a todos los asistentes al acto y durante unos días quedaron cientos de ejemplares en el mismo ayuntamiento para que fuesen recogidos por quienes lo deseasen, a la par que se enviaron a otros centros culturales, así como a las sedes de los medios de comunicación en la capital de las provincias de Granada y Málaga.
DESCUBRIMIENTO DE LA PLACA
A continuación, todos los asistentes bajaron a la calle y en la casa indicada, precisamente al lado de arriba del ayuntamiento, por la esposa de José Luis, Juanita Morales, y el alcalde, Antonio Molina, se procedió a descubrir la placa –la primera que se cubría con la Bandera de Alhama, creada hacia tan sólo unos tres año-, cuyo texto es el que están observando en la reproducción que los testimonios gráficos que les ofrecemos.
Se observa que es una placa de buenas proporciones, que era lo que se deseaba. Ya que lo que se quería era que fuese algo fuera de lo normal, una obra de arte del gran ceramista Javier Postigo y, creo, que se logró en todo su conjunto. Aplaudida por todos, el alcalde entregó una reducida realización de la placa a Juanita Morales para que pudiese estar permanentemente en su domicilio, lo que volvió a ser recibido con el agrado de los muchos asistente.
Seguiremos con nuestros recuerdos que irán recogiendo estas secciones de “Cuando las piedras hablan”, en todo ha habido momentos entrañables, y siempre, como en este caso, ha quedado bien justificado el porqué del reconocimiento de la placa, el monumento o símbolo correspondiente. Como pueden observar en el artículo que a continúan se adjunta.
> Acceso al artículo: “José Luis de Mena, el singular alhameño que lo fue por amor”.