María Muñoz, ejemplo histórico de humanidad y solidaridad

“Querida María, ante todo pedirte disculpas por promover este HOMENAJE, que sabemos que calificas como de LOCURA. Desde que te fuiste del pueblo al jubilarte, en el fondo del corazón de Alhama latía el deseo de destacar tu figura y tu labor, más aún en estos tiempos en que tan necesitamos estamos de buenos ejemplos.

 Cuando alguien lanzó la idea, esto ya no se podía parar y aunque sabemos que tú no quieres que tu caridad se publique, ha sido tan manifiesta que es imposible ocultarla. Por ello no pierde ningún mérito ante Dios, porque tus acciones no fueron hechas para ser vistas sino que fueron un acto permanente de AMOR a Dios en el prójimo. De esta manera, esta locura, que tú dices que hemos cometido, no es más que el reconocimiento de un pueblo de tu propia locura, tu locura de AMOR A DIOS, a la Parroquia y a los más humildes de Alhama por quienes entregaste tu vida.

 Y si nosotros sabemos que tu nos has querido y nos quieres tanto, ¿Cómo no vamos a decirte que: NOSOTROS TAMBIËN TE QUEREMOS?”

 Con estas palabras, tras unas dedicadas a agradecer a instituciones y personas su colaboración con el homenaje que se estaba celebrando aquél 14 de octubre de 1994, a tan inolvidable y querida persona, por parte de Juan Castro Valladares, como representante de la Comisión Gestora y verdadero coordinador de la misma, la que se había constituido al efecto hacía un tiempo, con la iglesia parroquial totalmente abarrotada de personas, se cumplía cuanto se había previsto.

 María Muñoz Calvo, nacida en Alhama el 18 de noviembre de 1914, no puedo asistir por encontrarse enferma, tenía 79 años y los 80 los cumplía al mes siguiente. La representaron sus familiares y yo diría que el pueblo entero. Allí nadie estaba por obligación, sí por afecto y cariño a una de las personas más significativas que, en el sentido social y de solidaridad, han existido en Alhama en toda su historia.

 Juan Castro, como siempre, puso en evidencia sus dotes organizadoras que poseía desde su juventud. Se rodeo de cuantas personas consideró oportuno y a cada uno encargado misiones a llegar  a  cabo, contando con el especial apoyo de Encarnita  Calvo Vargas, una de las personas más cercanas y queridas por la misma María desde que era prácticamente una niña; entrañable amiga y seguidora de ella desde los tiempos de las denominadas  “Reparadoras”. Encarnita pronunció una emotiva y sentida síntesis biográfica de María que, resaltando su humanidad en favor de los más desfavorecidos, hizo ver en especial su elevada espiritualidad. Sintetizándose todo en la frase de “Una vida al servicio de los demás”.

 Todo se inició, a las siete de la tarde, con la concelebración por varios sacerdotes de una misa. Después tuvo lugar la entrega de recuerdos y regalos para María. Por ejemplo, el alcalde de la ciudad, Antonio Molina Gómez, en nombre del Ayuntamiento, a petición de la misma Comisión Organizadora en petición que le formuló Juan Castro, decidió la entrega de una placa “como reconocimiento a su labor social humanitaria a los largo de su vida”, siempre creí que la ciudad seguía en deuda con la homenajeada; las Hermanas Clarisas enviaron un hermosísimo ramo de flores, el pueblo le entregó otro ramo de flores con una hermosa poesía de Ángeles, etc. Se efectuaron mil ejemplares de una publicación dedicada a ella que preparamos y se editó en Málaga, en la Imprenta San Pancracio, y que se entregaron  a los asistentes y a cuantas personas desearon algún ejempla más recogiéndolo en el estanco de Tere Gómez.

 Igualmente acordamos situar una placa artística, realizada en cerámica,  conmemorativa en la fachada de la casa natal de María Muñoz, en la calle Llana, cuyo texto me pidió Juan y le agradó a toda la Comisión Organizadora. La ejecución de la placa fue en Rincón de la Victoria, en el taller artístico de gran ceramista Javier Postigo, el que ya había realizado varias por encargo mío y algunas también para Alhama. 

 También la sección mía de “Perfiles Alhameños” de aquél mes de octubre en “Alhama Comarcal”,  se la dediqué a María, a la que tanto, a pesar de la diferencia de edad, había tratado y cada vez admiraba más.

 Una vez  concluida la programación previstas del Homenaje en la misma parroquia, la práctica totalidad de asistentes -cientos y cientos de personas- se trasladaron a la calle Llana y se procedió al descubrimiento de la placa y, lógicamente, toda esa parte de la ciudad árabe se abarrotó de personas y cientos tuvieron que esperar para ver el símbolo conmemorativo que tanto respeto y cariño contenía, siguió conteniendo y contiene.

 El artículo de “Perfiles Alhameños” que escribí, para aquel mes de octubre del homenaje, es textualmente el siguiente, también Encarnita Calvo Vargas escribía otras palabras, como ya he indicado,  dedicada a María Muñoz y, junto algunos textos más, conformaron la publicación cuya portada venia a reproducir textualmente el contenido en la placa.

 María Muñoz, a la que tanto alhameños iban a visitar a su residencia de Granada, vivió unos años con la salud no totalmente recuperada, partiendo para la Eternidad que  tan ejemplarmente  tenía ganada, el día 19 junio del años 2000, en Granada. Era como si quisiera partir antes de que se consolidara  el nuevo siglo, el suyo había sido en el que se encontraba y dio singular e inigualable ejemplo de que había vivido pensando en los demás y en el bien común y muy por encima de las miserias y mezquindades de los seres humanos. Dando inigualables ejemplos irrepetibles de perdón, misericordia y amor a los semejantes, por mucho daño que hubiesen hecho. ¡Honor y gloria para una alhameña singular en la Historia de esta tierra!

Toda una ejemplar vida dedicada generosamente a los demás 
“Alhama Comarcal”
Octubre de 1994
Andrés García Maldonado

 Jamás he olvidado aquella dulzura contenida, aquella bondad limpiamente innata en el decir y en el hacer, desbordante en generosidad y exenta del más mínimo deseo de protagonismo, permanentemente en guardia para apartar todo posible elogio o alabanza, de María Muñoz Calvo.

 Cuando Juani Molina, primero, hace unos meses, y ésta y Juan Castro, en la última sesión de la Junta General del Patronato de Estudios Alhameños, nos hablaron e informaron sobre el homenaje que se le preparaba, una sincera emoción de profundo afecto y reconocimiento nos embargó en ambas ocasiones a cuantos, de una u otra forma, tratamos a esta singular alhameña que ha sido y es María Muñoz.

 Estos “Perfiles alhameños” , tanto los que hasta ahora han aparecido en nuestra revista como los que irán apareciendo en sucesivos números, no son más que una sencilla, pero muy sincera, invitación a todos para que, de algún modo, reconozcamos a cuantas personas, por los más diversas motivos, todos ellos loables, tanto en el pasado como en el presente, forman ya esa relación que podíamos denominar de “ Alhameños Ilustres” o “Alhameños para siempre”, y en esta galería , por tantos méritos propios , figura desde hace ya muchos años  y en uno de sus primeros puestos, María Muñoz a la que ahora, gracias a un nutrido grupo de alhameñas y alhameños que sí saben ser agradecidos, se le va a tributar un homenaje que , estando lleno del mejor de los afectos, lo es en toda su dimensión del más justo y hermoso reconocimiento a “Toda una ejemplar vida dedicada generosamente a los demás”.

TALANTE DECIDIDO  Y EMPRENDEDOR

 Va ya para ochenta años, los hará el próximo 14 de noviembre que vino al mundo, en el seno de una querida familia alhameña que estaría constituida por sus padres, José Muñoz Pérez y María Calvo Solano, por ella misma y sus hermanos José y Virginia.

 Ya en sus años infantiles puso de manifiesto tanto su buen carácter como su talante decidido y emprendedor, interesándose y preocupándose por cuantos le rodeaban. Por herencia y vocación, ya con un espíritu dispuesto para el trabajo y el sacrificio y, todo ello, bien sostenido por sólidos sentimientos espirituales.

 Su honda y sincera preocupación por los demás, sobre todo por los más  desfavorecidos, se pone ya plenamente en evidencia cuando contaba poco más de 18 años. Con verdadero sentido cristiano, se dedica a dar catequesis a la par que ejerce de generosa maestra, enseñando a leer y a escribir, a niños y jóvenes que, por muy diversas razones, no asistían al colegio.

 Con limpias cualidades de líder, precisamente en unos tiempos y momentos en que ello ni era usual y, menos aún, fácil , militó en la Juventud Católica, dándose por entero a la defensa de sus ideas y creencias, luchando por estas en todos los frentes. 
 

 El periodo de pre-guerra y Guerra Civil fue un tiempo duro y aciagado para toda su familia y, con ella y por ella misma, también para María Muñoz. Ante todo esto, su actitud fue en todo momento firme, llena de la prudencia y la responsabilidad de los que saben ser y son coherentes con el pensamiento y el corazón.

 Jamás hemos sido partidarios de hurgar sobre viejas heridas, afortunadamente  ya bien cicatrizadas, pero en ocasiones la justa historia obliga a hacer referencia de ello, precisamente para que, con sus recuerdos nos den también ejemplos singulares de humanidad y, así, no se repitan nunca más.

EJEMPLARIDAD ESPITITUAL Y HUMANA

 Estalla la Guerra Civil y en Alhama, como por todos los pueblos y tierras de España, se desata la barbarie y la pasión de unos y otros, “todos culpables”,  como se ha dicho y escrito una y mil veces, Pepe Muñoz Calvo, entonces joven e inquieto presidente de Acción Católica, era  totalmente inocente hasta el punto de pagar su coherencia religiosa con la muerte.

 Como me narró alguien a quien siempre respeté y aprecié desde mi niñez, Emilio Fernández Castro, “Esto fue para María y toda la familia como si se le echase encima todo un mundo. La pena, la consternación, el sufrimiento y el silencio, los abrumó tanto que estuvieron a punto de desfallecer, la continuación de vida en aquel ambiente de dificultades y vejaciones lo supieron superar con la resignación que Dios da a los elegidos”.

 Cuando la ciudad es ocupada por la fuerzas del general Franco, “la reacción de esta familia fue de serenidad, de entusiasmo, de patriotismo, de perdón, de comprensión y caridad. No Buscaron, ni siquiera insinuaron, la más mínima venganza o revancha. No se aprovecharon de nada, las dificultades económicas, que fueron grandes como en tantas otras familias alhameñas  las superaron con trabajo,  esfuerzo y economía, viviendo de los modestos ingresos que les proporcionaba su campo propio y el dedicar parte de su casa a hospedaje restringido a personas de  reconocidas seriedad y caballerosidad.”

 En aquellos años que siguieron a la toma de Alhama por los nacionales, “de escasez de alimentos, de depuraciones, de represión, de cárcel, sí de cárcel, de la de Alhama, María y su  familia, acudieron a ella con toda la ayuda que le era posible  con profunda generosidad y sincero olvido, que a veces es el mejor de los perdones, de todas las afrentas  y daños que algunos de los presos hacinados, malolientes y enfermos les habían propuesto le habían propinado poco tiempo atrás”.

 Bello e imborrable ejemplo que no siempre, por desgracia, se dio pero que en este caso ya ponía de relieve,  a pesar de su juventud, la grandeza espiritual y la enorme dignidad humana de María Muñoz, “comenzó a surgir su auténtica capacidad  e iniciativa, su acentuado  sentir cristiano, su incansable actividad, sin otro premio ni recompensa que la de su satisfacción interior del sagrado deber cumplido”.

DECADAS DE GENEROSIDAD  Y ENTREGA

 A partir de aquí no sólo fueron años, sino décadas, repletas de entrega generosa y fructífera en pro de los demás, como siempre, ante todo y por encima de todo, de los más desfavorecidos, de los pobres que también los había, y no pocos, en todos aquellos años, sin que circunstancias anteriores, procedencia, ideas o familiares,  limitase o condicionase en lo más mínimo la entrega y ayuda que ella, María Muñoz, pudiese proporcionarles.

 “Fue nombrada delegada local de Auxilio Social por méritos propios, sin ella solicitarlo y sin ni siquiera pertenecer o pertenecer a la Falange”, y su labor, desarrollada a lo largo de muchos años, no sólo fue eficaz sino que fue hermosamente cristiana, repleta en todo momento de un inmerso amor a los más necesitados, “muchas personas, unas aún en Alhama, otras ya por otras geografías, saben bien de aquella entrega, de cómo la primera ayuda y todas las que siguieron, la recibieron de María Muñoz, y de cómo el Auxilio Social de Alhama, en aquellos años tan difíciles y duros, de tanta miseria para no pocas personas y familias, era alago más , bastante más, que una simple “casa de comida para pobres” .

 Cuando hablamos de María Muñoz y pretendemos hacer una síntesis, de su vida comprendemos que ello, además de difícil por tener tanto donde elegir y destacar, es injusto, porque se trata, como bien repite la carta de la Comisión Organizadora del Homenaje que se la va a rendir el próximo día 14 de este mismo mes de octubre nos ha enviado, de “toda una ejemplar vida dedicada generosamente a los demás”.

 En esa “dedicación a los demás”,  como singular alhameña, también María Muñoz se entregó a todo lo que, de algún modo, podía beneficiar a su Alhama natal. Participó, se esforzó y colaboró, en toda clase de inquietudes ciudadanas por una Alhama cada vez mejor, e intervino, siempre que tenía la más mínima posibilidad de ello, en cuantas iniciativas o actuaciones se dieron a favor de nuestra ciudad.

PRIMERA MUJER CONCEJAL

 Aunque no se consideraba política, comprendió que desde el Ayuntamiento también podía prestar su mejor colaboración por Alhama y sus habitantes. Así, acepto ir a las Elecciones Municipales de noviembre de 1966 por el tercio de representación familiar, el único que era votado por el pueblo, y resultó elegida concejal, dándose el caso, como publicaba el diario “Ideal” el 20 de noviembre de aquel año, de que fue la primera mujer de toda la provincia de Granada elegida concejal.

 Años después,  como nos comentan esa persona que con tanta lucidez y excepcional memoria nos habló de María Muñoz,  “un grupo de personas sensatas la propusieron para la presidencia de la Corporación Municipal en la primera ocasión en que esta quedó vacante, honor al que se opuso María terminantemente, no aceptando con rotundidad el que la propusiesen, por entender, como razonablemente expuso reiteradamente, que lo suyo no era el ejercicio de la política. Su política era la de Dios y en el Auxilio Social -nos dice por último con honda y sentida emoción nuestro amigo-, dejó buena cuenta de ello”.

 En síntesis, los alhameños, todos los alhameños, Alhama entera, tenemos ahora la posibilidad de intentar pagar en parte -toda ella, por su inmensidad humana y espiritual, es imposible- una vieja y  mantenida deuda de gratitud y reconocimiento a “toda una ejemplar vida dedicada generosamente a los demás”, María Muñoz Calvo.