“La Reyna mandó derribar las tres mezquitas que auia, bendezir en ellas tres iglesias con título la primera de Santa María de la Encarnación, deste ministerio era muy deuota. La segunda, de Santiago unico Patrón de España. Y la tercera, del Capitán general de la milicia del cielo San Miguel.”
“Alhama Comunicación” ha iniciado ya una sección denominada “Cuando las piedras hablan”, con idea de ir recogiendo la historia y significado. Y algunos pormenores más de las decenas de placas, monumentos y denominaciones de calles, en los que yo he intervenido desde 1966 hasta nuestros días en nuestra comarca. Pero pienso que, en estos últimos años, más que hablar, las que están clamando, por sí mismas y todo el pueblo preocupado por la gravísima situación son las que constituyen el monumento más importante de artística e históricamente tenemos, nuestra iglesia mayor, nuestro templo de Santa María de la Encarnación.
La mayoría de los alhameños saben de la razón de esta denominación, otros no o algo han oído. Por ello creo oportuno que antes de entrar en la segunda placa en la que algo tengo que ver, es oportuno hacer una breve referencia a esta historia, con carácter divulgativo y, como siempre, aportando lo que sé y recopilo, para compartir con todo lector que lo desee y, en este caso, con mis paisanos, pero también, como observarán, con prácticamente con todos los que tienen relación con poblaciones que formaron parte del reino nazarí.
Con las palabras que transcribo en el encabezamiento de este artículo del historiador Bermúdez de Pedraza, se vuelve a reitera la primera iglesia, en tiempo e importancia, que se bendice en Alhama tras su toma a los musulmanes granadinos, con ello la bendición de la Primera Cruz para esta ciudad, y por lo tanto en todo lo que fue el Reino de Granada, responde a la devoción que Isabel la Católica y, con ella, los cristianos de Castilla de aquella época, sentían hacia la Virgen María en su simbolización de la Encarnación.
Cuando se inicia la guerra de Granada con la conquista de Alhama, Castilla está decidida a llevar esta contienda hasta sus últimas consecuencias ó, lo que es lo mismo, a la total conquista del último reino de la Península Ibérica en poder de los musulmanes, sabiendo bien que para ello iban a ser necesarios considerables medios económicos y una enorme movilización de efectivos humanos, por lo que, muy acertadamente, se acude “a los argumentos más convincentes que podían proporcionar la época. Así, en un siglo como el XV, testigo de la exaltación del mito gótico, la Corona se ve imbuida de la idea de un destino manifiesto que la ha designado para culminar la “salus Spaniae”.
De este modo, en el transcurso de los diez años que dura la guerra de Granada, desde su inmediato inicio con la toma de Alhama hasta su culminación con la entrega de Granada, se hace eficaz uso de argumentos que en tiempos anteriores habían dado excelentes resultados, como son la inteligente utilización de los sentimientos, creencias y devociones religiosas. Así, la guerra de Granada “no es tan sólo -entiéndase bien- el rosario de episodios bélicos, preñados de novelesco interés, sino también, y sobre todo, la colisión entre dos mundos opuestos y antagónicos: el islamismo europeo occidental, que agoniza entre ópalos de ocaso, agotando sus últimas posibilidades, y la España cristiana, que cuaja su unidad y se ensaya para sus más altos destinos, polarizando su esfuerzo en una empresa nacional”.
Y aquí, en el caso concreto al que hacemos referencia, la advocación hacia el simbolismo e imagen de Nuestra Señora de la Encarnación supuso una circunstancia realmente transcendental en el sentido que comentamos. El cristiano que apoyaba y defendía la creencia trinitaria era para el musulmán un politeísta, situando éstos a Jesucristo como un profeta más anterior en el tiempo a Mahoma, negando rotundamente la virginidad de María. Desde el mismo siglo VIII, en el que ya fue utilizada esta cuestión por los cristianos, el tema no dejará se mantenerse vivo, es en el siglo XV cuando la devoción mariana hacia la Virgen de la Encarnación surge con gran relevancia, siendo la misma guerra de Granada la que posibilita una generalización de la misma entre los cristianos españoles.
A finales del año 1481, antes de la toma de Alhama, fue “Juan de Vera, hijo del comendador Diego de Vera, enviado a Granada por embajador; y estando en la Alhambra, se produjo una disputa de cosas de fe, un moro abencerraje dijo que Nuestra Señora la Virgen María no quedó virgen después de dar a luz que a Nuestro Señor Jesucristo; Juan de Vera dijo que mentía, y lo hirió con la espada en la cabeza”.
Cuando los reyes Fernando e Isabel supieron de este incidente, agradecieron al embajador Juan Vera su valerosa defensa de la virginidad de María y le premiaron por ello con distintas mercedes y el mismo Rey, que se indignó sobremanera por las palabras del moro, reiteró su decisión de que se tomaría el reino de Granad, grano a grano.
Y a las pocas semanas de tomado ese primer y gran grano de la Granada, como era Alhama, cuando el Rey Fernando, a finales de abril de 1482, llega a socorrerla de uno de los asedios que pone a nuestra ciudad Muley Hacén, convierte las tres mezquitas principales en iglesias, siendo bendecidas éstas por el mismo gran cardenal de España, don Pedro González de Mendoza, quien, con otros grandes señores, acompañaba al rey Fernando en este socorro y abastecimiento a Alhama.
Así, el día 29 ó 30 de abril, don Pedro González de Mendoza, bendice la primera y más importante de estas nuevas iglesias, en lo que hasta ese momento había sido la mezquita mayor de la población, a la vez primera iglesia que erigían ellos en el reino de Granada, con la titulación de Santa María de la Encarnación, a la par que los reyes dotaron a ésta y a las de Santiago y San Miguel con imágenes y ornamentos. E Isabel llegaría a bordar ornamentos con sus propias manos para la Iglesia de la Encarnación.
Lo mismo sucede con la práctica totalidad de las poblaciones que se van ganando a los musulmanes granadinos. Por ejemplo, rendida Álora, el rey entra en ella con una solemne procesión que llega hasta la mezquina principal de esta villa, convirtiendo a ésta en iglesia que por indicación de la reina Isabel se titula de Santa María de la Encarnación; así acontece igualmente en Setenil, Cártama, Coín, Ronda donde además de su iglesia mayor el barrio que la circunda también recibe el nombre de Santa María de la Encarnación, Loja, Vélez-Málaga, etc. Y al igual, las mezquitas principales de Málaga, Guadix, Almería y Granada, convertidas en catedrales, reciben igual titulación. Lo que también sucede con las nuevas iglesias de las pequeñas localidades que se repueblan con cristianos.
Como observamos, cuando había más de una iglesia, la mayor siempre recibía la denominación de Santa María de la Encarnación, como es el primero y evidente caso de Alhama, dándose ello más usualmente donde ha sido expulsada la población musulmana. “La insistencia en denominar a las iglesias mayores del modo expresado, responde a una idea cuyos receptores no son los musulmanes sino los propios vencedores. se trata, mediante la confirmación en la propia fe, de hacerles “ver” por qué luchan. No en vano los documentos de la Cancillería Real hacían referencias a cómo el reino de Granada se ganó “de los moros enemigos de nuestra santa fé cathólica”. pero ¿cuál es la clave de esa fe católica? No hay duda que el misterio de la Encarnación. De esta forma se justifica la atención de que fue objeto el reino de Granada”.
A esta disposición se da alguna excepción justificada. Por ejemplo, cuando se rinde Casarabonela sin poner la más mínima resistencia al rey Fernando, los moros de la misma le ruegan que no le sea impuesta esta denominación al rey y éste accede por el comportamiento de los mismos, siguiendo los mismos en dicha villa, y titulando a la iglesia como de “Santiago, Patrón de España”. Así, a mis buenos amigos de esta bella población malagueña como a todos sus paisanos, se le denomina moriscos. Lo que ellos, por ser el motivo cual es, llevan con gran orgullo: “Morisco de Casarabonela”.
Años después, y tras pasar como el más importante y destacado alcaide de Alhama, a partir de junio de 1484 el conde de Tendilla, Iñigo López de Mendoza, Isabel la Católica lo envía como embajador a Roma para negociar con el papa Inocencia VIII, entre otras cosas, la construcción de la primera iglesia en el reino de Granada con el nombre ya indicado, lo que sucede en 1485. Lo que se llevaría a cabo con cierto carácter de urgencia, hace ya más de cinco siglos y cuarto.
En el transcurso de la guerra de Granada, cuando Hernán Pérez del Pulgar, partiendo de la misma Alhama, en la noche del 17 al 18 de diciembre de 1490 penetra en la ciudad de Granada y coloca el célebre “Ave María” en la puerta de su mezquita mayor, es ello elogiado y reconocido por todos, comenzando por los mismos reyes Isabel y Fernando, por lo que suponía de ejemplo para los cristianos, otorgándose mercedes a él y a los quince que le acompañaron.
En fin, es incomprensible y realmente puede tener excusa o explicación EL QUE NO ESTÉ REPARA LA SITUACIÓN Y SALVADA DEL GRAVÍSIMO PELIGRO QUE HA PASADO Y SIGUE ENCONTRANDOSE.
Por eso, amigo lector, que en el caso de la iglesia de Santa María de la Encarnación de Alhama -única de arte gótico en lo que fue el reino de Granada con la Capilla Real de Granada- las piedras no sólo hablan, ¡EXLAMAN Y LLORAN! muy claro, también contra esta tremenda injusticia que en pleno siglo XXI, tratándose del monumento que se trata, esté en peligro por la dejadez de unos, por la ineptitud de otros y la apatía de tantos.