
Sí, “las cartas echó al fuego y al mensajero matara”. Naturalmente las cartas venidas de que Alhama era ganada por los cristianos nada habían de agradar a Muley Hacén, pero la vieja injusticia de despreciar y hasta dar muerte a quien traía las malas noticias quedó consagrada por los siglos junto con la pérdida de Alhama por los musulmanes, más en la leyenda que en la historia, en el maravilloso romance. Mientras que los portadores de buenas nuevas, como el mensajero Alfonso Muñiz que portó la buena nueva de la conquista de Alhama a Sevilla, eran tan gratamente agasajados, recibiendo tan importantes gratificaciones, “albricias”.