Andrés García Maldonado, un alhameño universal



Se acerca el atardecer. El calor enturbia todavía los perfiles. Todo duerme al sol del incipiente verano alhameño. Y allí está Andrés con su amplia sonrisa y sus gestos sinceros de amor y generosidad nunca aprendidos, que parecía contagiarle la naturaleza, el olor de sus calles, la tranquila luminosidad que se reflejaba con plenitud en los árboles, en las flores...


María Jesús Pérez Ortiz
Filóloga, catedrática y escritora




 Tú eras aquel niño que correteabas por ese “Paseo” de mágicas fragancias aquellas largas y soñolientas tardes de verano. La habitaste mientras todo parecía incesantemente feliz y nadie se había muerto todavía.... Por eso la amas con frenesí. Ese pasado entumecido por una niebla, así como de llanto se evapora al reencontrarte con tus seres queridos ausentes que siempre habitarán en la memoria del corazón. Allí permanecerá para siempre tu infancia sonriente, el olor de sus mágicos veranos, tu corretear inquieto e inocente por aquel remolino de cuestas y calles estrechas de resonancias orientales. Bajabas atropelladamente-no querías que te riñeran-envuelto en el aire que baja de la sierra llevándose las eternas sinfonías de la iglesia, de tu querida iglesia de la Encarnación. Así se enriqueció tu retina, sutilezas para unos ojos que se abrían a la vida, ávidos de encuentro, y sutilezas para el alma. Ahora, vuelves y vuelves a tu verdad, a la verdad del que regresa a resucitar lo único que no ha muerto, a ese Paraíso que un día descubriera Teófilo Gautier hasta hacerlo rotundamente suyo. Se dice que, para conocer hasta el fondo una ciudad, si ello es posible, hay que haber sido niño en ella, es decir, haberla visto con la mirada imparcial del niño, con su mirada sorprendida e insaciable. Siempre se sentirá atado a eslabones del corazón...De un corazón que late con todo tipo de arritmias y fibrilaciones al contemplar el retrato en sepia de la primera novia de blanco alhameña, María de las Mercedes Maldonado Velasco, su madre amantísima; mujer de singular belleza y dulzura. Es el recuerdo machadiano del “hoy es siempre todavía...” Eslabones del corazón... Amor por esa tierra, herencia de su padre, ese gran hombre, recio castellano enamorado de Alhama, Inocente García Carrillo. Siempre movido por el amor, fue tu progenitor, querido Andrés, quien dedicó tres décadas de su vida al desarrollo de la de la historia y de la cultura alhameñas. Fue tu progenitor, “quien resucitó la historia de Alhama”. Tú fuiste su egregio heredero y continuador. Te inculcó su amor por la historia, por la historia de los pueblos, donde le tocó vivir, Yuncler de la Sagra, donde naciera y, muchos años después, en esa Alhama de sus amores donde viera la luz su bellísima obra “Alhama vista por un extranjero”, toda una muestra de la grandeza histórica de tan Noble Ciudad.



 Heredaste de tu padre su admiración por los Reyes Católicos y en especial por la Reina Isabel, de ahí tu pertinaz interés por su innegable y egregia personalidad, tan vinculada a su historia, que se vio plasmada en tu magnífico libro “Isabel la Católica y Alhama”, donde dejaste “clara constancia de gratitud histórica hacia Isabel I de Castilla y España”, y que el Excmo. Ayuntamiento de esa Noble Ciudad llevó a cabo su edición con motivo del V centenario de su muerte.

 Has dado, querido Andrés, con la grandeza de tu espíritu, altos ejemplos de generosidad y entrega y has puesto tu inteligencia y vasta cultura al servicio-casi obsesivo-de esa ciudad, también del Paraíso, en que tuviste el alto privilegio de nacer. Raíces. Melancolía...Has promocionado los valores históricos y artísticos de Alhama, denunciando negligencias y errores que pudieran cometerse con su patrimonio consiguiendo importantísimos frutos para su historia.



 Uno de los esenciales caminos- esos que se hacen al andar-, para conseguir el respeto y grandeza espiritual de los pueblos, es reconocer a quienes se entregaron a los mismos, generosa y altruistamente, como tú has sabido hacerlo durante cuarenta años de tu vida, por encima de intereses o apetencias personales.

 Alhama, hoy, se siente satisfecha por contar en su historia con tan ilustre personalidad como la de Andrés García Maldonado que, con sus palabras y su obra ha venido dando lecciones inolvidables de amor por todo lo alhameño. Amas la historia por herencia y vocación como realidad capaz de conservar y comenzar a hacer eternos en ese mundo los sentimientos de los que nos antecedieron en su paso por la Tierra.



 “La historia –citamos a Cicerón-es el testimonio de los tiempos, vida de la memoria, anunciadora de lo porvenir”. Andrés es el primer historiador español que ha indagado y analizado hasta la saciedad en la tradición romancística alhameña y de las gestas que narran. Y lo ha hecho con el rigor del estudioso y la sensibilidad del sabio. Impulsor de la Velada Artístico-Poética “Alhama, ciudad de los romances” como homenaje a esas “joyas incomparables de la poesía castellana”, tan ligadas a la historia de Alhama durante más de cinco siglos. Una plaza elegida: la emblemática “Plaza de los Presos”, tal vez entonces “Plaza Real de Alhama” y vía más importante de la ciudad.

 No debemos olvidar que estos romances fueron también parte del camino y la relación existente entre Granada y Málaga por medio del camino real nazarí que, con Alhama como centro, unió durante tantos siglos a las dos ciudades más importantes de aquel reino de Granada. Sones ancestrales de poesía y música fundidas en confraternal abrazo con la historia.



 Puente geográfico tendido entre Alhama y Málaga, sucesos trágicos comunes, refulgentes alegrías, sucesos de toda una vida de pueblos y comunidades unidas por vínculos de paisanajes históricos. La geografía hace a las personas, modela su espíritu, y une vínculos de amor y fraternidad entre los pueblos, los universalizan, como ocurrió entre Málaga y Alhama, que configuraron y moldearon la idiosincrasia de ese ser excepcional que es Andrés García Maldonado, ya que, quien da amor a unas tierras-en este caso Alhama y Málaga-se ve para siempre inmerso en ellas.



 Prestigioso historiador, muy reconocido, sobre todo, en lo referido al Reino de Granada. Sobre Alhama, desde más de cuarenta años no deja de efectuar trascendentales aportaciones a su historia. Una amplísima bibliografía lo avala: “Alhama de Granada, donde se hermana la historia con el paisaje”; “Alhama de Granada, Tierra de Belleza e historia”; “El empeño de las joyas de Isabel la Católica y Alhama”; “El reino nazarí, Alhama y la guerra de Granada”,”Isabel la católica y Alhama”, “La mujer en los romances fronterizos. María de Alhama”; “Los baños y la mujer a finales de la Edad Media, contraste de dos culturas”; “Un reino para nuestra historia”; la interesantísima monografía “Los terremotos de 1884, Arenas del Rey y Seco de Lucena”...y, así, un larguísimo etcétera que haría muy prolija su enumeración. Todo un esquema ético y estético de su ciudad. La faz moral de un pueblo.“ Escribe historia sabiendo combinar rigor con amenidad, llegando a hacer la historia más humana y acercando la realidad a la mejor de las comprensiones”. Buena muestra de sus valores intelectuales, literarios y humanos.



 “El Patronato de Estudios Alhameños” que presidió hasta hace poco, Andrés García Maldonado, convocó y otorgó anualmente los galardones que, en su conjunto, se denominan “Premios Alhama”, instituidos con el propósito de reconocer y destacar tanto a los alhameños sobresalientes, como a las personas y entidades que se esfuerzan y prestan una especial dedicación a la ciudad. El pueblo de Alhama está lleno de gratitud.

 Sólo a partir de este fundamental conocimiento del secreto mágico de Alhama, con su esencial aspiración a lo universal, se puede entender que de su tierra germinara como las plantas, esa pléyade de hombres ilustres como Andrés García Maldonado que, con el inestimable favor de una entrega y generosidad constantes, ha contribuido a que el nombre de “Alhama de Granada” sea un referente universal para la cultura y para la Historia de la Humanidad.




 Y todo ello a lo largo de una dilatada y fructífera carrera profesional desarrollada en Málaga, esa hermosa “Ciudad del Paraíso” como la bautizara Vicente Aleixandre, y de la que voy a omitir su larga y fecunda trayectoria, por demás conocida. Ya Abundé en este aspecto el día en que tuve el honor de pronunciar unas palabras de presentación, con motivo de la concesión del malagueñísimo “Premio Piyayo”, en febrero del 2006, y publicadas más tarde. Quisiera terminar con unas emotivas palabras, que pertenecen al terreno de lo personal, y por ello tal vez menos conocido.

 El azul es el color de Andrés. Azules celestes, azules marinos. Azules del alma que funden en un abrazo infinito-azul cielo, azul mar-esos dos paraísos- Alhama y Málaga- puente de la historia y del alma. Ambos abrieron senderos de luz y de eternidad en el ancho azul de tu vida. Un día escribiste: “El azul es el color de Mª Jesús (...) . Y por ese Azul, además de buenos amigos, somos en cierto modo hermanos (...) . Algún día te lo contaré...” Yo te lo cuento hoy-querido Andrés-es el Azul de la vida y de la verdadera amistad. Armonía de celestes, de azules más cercanos y entrañables del árbol tu vida, plasmados en versos de exquisita belleza dedicados a esos infinitos ojos azules de tu mujer malagueña que un día -al mirarlos-disiparon tu tristeza y fueron fuente de renovadora esperanza... Y ese azul inconfundible de unos ojos que se abrían al azul infinito del cielo y del mar-belleza de azules- de tu pequeña Carmen Elena: “Azules,/ azules profundos,/luminosos puros.// Azules, azules penetrantes/ que rompen en la madrugada /amargas tinieblas. // Azules,/ entrañables/ que dan a mi existir nueva alborada.// Azules, azules de mi niña, azules para toda mi vida.” Escritos en una madrugada de balbuceos; ojos azules de Vida y de Esperanza como un festón de sábanas blancas para separar el mar de las estrellas. Ese instante, único e irrepetible te hizo sentir la ETERNIDAD.¡Cuántos azules...!, Andrés, ¡cuántos azules...!, “aquellos que enamoraron a tu abuelo...”. Una vez escribiste Azul Paraíso..., no podría ser otro que ese “hermoso río que fecundaba una alargada y estrecha vega. Reducido valle defendido por gigantescos tajos (...)” , que acogían con su grandeza unos “ojos azules”, ojos de una muchacha que tú bautizaste de “Azul Paraíso”..., tan ligados al río..., “visita de unos ojos azules al río...”, belleza inaccesible, de amor, de encuentro. Conjunción de azules los tuyos y los míos-querido Andrés-, ahora lo entiendo;¡tanto le canté a mi mar pequeño, a mi mar de Málaga...!



 Y es que Andrés está dotado de una profunda capacidad creadora y de una singular sensibilidad para captar la belleza...Cuando llegó a Málaga en el ya lejano 1967, quedó prendido en su azul infinito y, comprendió con Juan Ramón que el mar es símbolo de Belleza Mayor, de Universalidad, de Grandeza, el horizonte abierto a la eternidad que plasma en unos exquisitos versos publicados en “Miramar” en 1988: “Mirad al mar,/ desde la llanura y desde la montaña./ Siempre mirad al mar,/ al eterno horizonte,/ a los límites,/ a la esperanza y a los sueños...”

 Un día expresaste unas conmovedoras palabras que reproduzco: ...”Los verdaderos sentimientos, cuando son de amor y cariño incondicional, no hay que titubear en manifestarlos, aunque sean personales, deben pregonarse, a los cuatro vientos, cuando se presente la primera ocasión, aunque puede haber alguien que esto, para su desgracia, no lo entienda por la sencilla y elemental razón de que no ha tenido jamás la dicha de sentirlo”. ¡Qué hermosa y gran verdad...!, querido amigo.