Queridos amigos, os presento aquí una semblanza de un personaje único, al que hay que rescatar del olvido.
En este caso, la persona que glosamos es nada más y nada menos que “Benardo” el de Consuelo. Uno de los personajes que más y mejor ha contribuido a definir la idiosincrasia del cacineño: sagaz, alegre, divertido, ingenioso, solidario y audaz. “Benardo” se fue de Cacín allá por 1966, para volver ya sólo en vacaciones; pero dejó una impronta indeleble en el pueblo y sus gentes que no podemos, ni queremos, ni debemos olvidar.
A él, por tanto, van consagradas estas páginas, con el objetivo noble y claro: perpetuar su memoria, y a Bernando lo nombraremos como se le conocía: "Benardo".
Benardo el de Consuelo (I)
No hubo nunca un gran poeta que no fuera,
al mismo tiempo, un profundo filósofo.”
(S.T. Coleridge)
En el libro “Comacón- Cacín forever” hay todo un capítulo – uno de los más extensos - dedicado a los bardos del pueblo, a los poetas, a esos seres que iluminaban con su arte versificador los acontecimientos más sobresalientes que se daban en el pueblo. El capítulo referido se denomina precisamente así, “Bardos”, y se inicia así:
“Es sabido que el conocimiento y la experiencia que permite el avance del género humano, en ausencia de posibilidad de fijarlo por escrito, se ha transmitido oralmente de padres a hijos desde tiempo inmemorial. En Comacón, ese tiempo inmemorial perduró hasta los años 70 del siglo pasado, sin perjuicio de que Gutenberg inventara su imprenta allá por el siglo XV. Cualquier sucedido o anécdota que perturbara la paz y rutina del pueblo adquiría tonos épicos, y, por lo tanto, había que conservar y transmitir el acaecimiento a las generaciones futuras. Y para lograrlo, siempre había a mano un vate, un poeta, un cantor oficial, sin el cual el pueblo carecía de identidad, personalidad, carácter y hasta de futuro. Hasta adonde llegan mis recuerdos, las siguientes páginas van dedicadas a estos bardos o poetas oficiales, con el fin de que ellos tampoco se pierdan en la bruma del olvido; ni tampoco los sucesos que dieron lugar a estos versos tan atinados.”
Y ahí daba cuenta de los tres nombres principales: Benardo, El Pieza y Pepe Cuchillas.
Es evidente la conexión entre los poetas de pueblo y la tradición de los trovadores y juglares en la Edad Media. Sabemos que estos eran poetas y músicos itinerantes que viajaban de lugar en lugar, recitando o cantando sus poemas y composiciones. Eran unos artistas que desempeñaban un papel fundamental en la sociedad medieval, puesto que eran los principales medios de entretenimiento e información. Ese mismo papel – como se ha apuntado antes – es el que llevan a cabo los bardos a que nos referimos. En sus tiempos, eran figuras centrales y reverenciadas en sus comunidades, utilizando su poesía para expresar las experiencias y emociones de la vida rural. Para ello, estos poetas abordaban una variedad de temas, desde el amor y la pérdida hasta la belleza de la naturaleza y las dificultades de la vida rural, como se verá en este texto. Y es que, aunque los contextos y las circunstancias son evidentemente diferentes, la tradición de la poesía como una forma de expresión y comunicación sigue viva en los pueblos pequeños de hoy, al igual que lo estuvo en la época de los juglares y trovadores medievales. Al menos, así era en tiempos de Benardo.
Pues bien; una vez centrado el tema, si queremos entender el carácter e idiosincrasia del cacineño en toda su extensión, su inclinación y gusto por la guasa y la broma, la sonrisa siempre alerta, su propensión a hacer reír sin ofender ni dañar a nadie, hemos de pensar en un personaje que reunía todas esas dotes en abundancia, y que era el arquetipo de todo lo anterior: Benardo el de Consuelo. Un personaje extrovertido y divertido, sensible, esencialmente bueno en la acepción machadiana, con un punto parrandero arrebatador. Aunque sólo por ello fuera, este hombre configuró un prohombre de Cacín que merece un texto para él sólo. Y a él dedicamos estas páginas.
Benardo era un tipo que no se distinguía del común por ninguna característica física propia. Estatura media, complexión fibrosa y robusta, andar nervioso y proteico, ademanes expresivos y vibrantes, ojos inquisitivos, vivarachos y parlanchines, nariz pugilista, boca presta a derrotar como los toros en carcajadas sonoras y contagiosas, frente poblada de arrugas en curvaturas que semejaban signos de interrogación; y un rostro expresivo y cincelado a bases de risas y sonrisas, que era lo que realmente lo definía y hacía único.
Iniciamos su semblanza con estos recuerdos de Eusebio Pérez Gómez:
“Me acuerdo de los años del 1957 al 1961 que es cuando vivíamos en el pueblo y yo tenía de 9 a 11 años. Benardo era un joven muy popular por su carácter extrovertido y simpático. Siempre estaba de buen humor y conocía como nadie cada familia, su forma de ser, entresijos, costumbres y manías. Por eso cuando ocurría algo en alguna familia sabía dar en la tecla para contarlo sin ofender.
Recuerdo cuando venía a casa y pedía permiso a Vicente alcalde para hacer alguna comparsa y celebrar el miércoles de ceniza.
- Vicente, ¿nos da usted permiso para cantar unas coplillas?.
E incluso le mostraba la letra.
Su habilidad para componer era asombrosa. Tuve la ocasión y suerte, … de verlo en una feria cuando ya estaba él en Onil. Por la noche, en plena verbena nos fuimos a las escuelas huyendo del ruido. Y allí estuvo recitando coplas sin parar. ¡Cómo se acordaba! Decía:
- Y aquella de la Demetria y los pollos que empezaba ... a ver, a ver, ya está...
Y así un montón de coplas.
Quedamos en vernos al año siguiente; pero, no sé por qué, no llegó ese año.”
Entre todas esas coplas a que hace referencia nuestro colaborador Eusebio, figuran las que se citan en Comacón- Cacín forever, con motivo del asunto de “la cencerrá”, que en el citado libro se narra:
“Con motivo de tan inusual acontecimiento, se dieron cita en las inmediaciones de la casa los bardos de rigor: el poeta oficial del pueblo, y un poeta forastero, invitado de Alhama, expresamente venido para la ocasión. El poeta local era un hombre muy querido y admirado en Cacín, por su capacidad e ingeniosidad para repentizar trovos y hablar en verso literalmente; se llamaba Benardo “el de Consuelo”. El poeta foráneo era de rango menor, pero demostró no desmerecer en exceso; atendía por Pepe “el de la Joya”.
Y empezó el festival. Avisados los cencerreros de la presencia de los insignes bardos, se hizo el silencio, y estos fueron los versos principales de Benardo, con una musiquilla típica de comparsas carnavaleras [seguramente compuesta por él mismo la música también - grandes melómanos no la han logrado trazar y reconocer]:
Angustias, ya te has casado
con Manolillo el carrero,
como te cargues a este
ya te has cargado al tercero.
El pueblo estalló en aplausos y carcajadas ante los ripios tan bien hallados de Benardo, entre el fragor de los instrumentos de percusión hechos sonar al unísono y con tremenda energía y violencia.
Continuó Bernardo:
Angustias, ya t’ has casao
ya has conseguío lo que querías:
ahora comerás pan
y salchichón tó los días.
Dios te guarde amiga Angustias
ya t’ has casao por tres veces
y ahora nosotros veremos
cuántas horas de almireces.
Angustias no nos eches agua
y sigue por tu camino
y que salga tu Manolo
con una arroba vino.
Ronda de aplausos y risotadas, y primera rociada de sólidos y líquidos putrefactos desde la ventana de los novios. Breve estampida de la multitud, que enseguida se reagrupó para proseguir la ceremonia de la cencerrá. Benardo prosigue desplegando su arte:
Angustias es una rosa,
y Manolillo un clavel.
Angustias es el espejo
donde se mira Manuel.
Angustias gasta cuidao
con Manolillo el carrero
no le vayas a poner
donde pusiste al primero.
Manolo aprieta el embrague
y cierra la gasolina
que como Angustias siga
a los tres días te barcina.
La gente aplaude a rabiar, y mira al poeta forastero, que aún no se ha estrenado, ante el empuje de Benardo. Pepe “el de la Joya” acepta el envite y canta:
Yo no puedo decir nada
porque soy forastero:
no conozco ni a Angustias
ni a Manolillo el carrero.
Versos que provocaron la hilaridad del respetable y la inmediata adopción como propio del cantor “jameño”.
En esto estaba la turba de la cencerrá, cuando la guardia civil, que se hallaba disfrutando del espectáculo como todos, hubo de recordar que debían hacer su trabajo, y arremetió contra la muchedumbre, para que se disolvieran; sí, entonces las cosas funcionaban así: dos guardias civiles bastaban y sobraban para enfrentarse a varios centenares de personas en pleno frenesí cencerrero, y, ni por asomo, nadie discutía la más nimia de sus órdenes.
- ¡Los civileh! ¡que vienen loh civileh!.
Se produjo una espantada, y los más fueron a reportarse a las alamedas cercanas al pueblo. Dio la casualidad de que estaban recién regadas, por los que más de uno perdió los zapatos y zapatillas en el fango durante las carreras, y hubieron de recobrarlas al día siguiente: ¡no era cuestión de perderse la noche, que estaba siendo perfecta, por una simple alpargata! Esta dinámica de reagrupamientos, dispersiones puntuales, emisión de calderos de inmundicias desde la casa de los cencerrados se estuvo produciendo durante toda la noche. Y todo ello aderezado con las atinadas cantigas de los excelsos poetas, y las músicas de acompañamientos briosos y ensordecedores de los cencerros y demás instrumentos no aptos para oyentes sensibles.”
Me cuenta su hija Olimpia (Oli) desde Onil que Benardo fue uno de los que perdió los zapatos: esa noche llegó a casa sin ellos. Al rato se presentó la guardia civil con los zapatos para entregárselos. Como estaba durmiendo, lo citaron al día siguiente al cuartel. Allí se presentó el bueno de Benardo.
- Bernardo, usted sabe que lo de anoche fue ilegal. Esto le va a suponer una multa de 25 pesetas, por alteración del orden público – le espetó la autoridad, el cabo de la guardia civil.
- Pueh en eze cazo, zeñor cabo…una de doh: o me ponen la mitah de la murta, o me dehan acabah la cencerrá, que ze queó a mediah – respondió Benardo, con su buen humor de siempre, lo que provocó la risa de la autoridad.
25 pesetas eran un dineral en aquella época. Cómo se las apañó el socarrón de Benardo para pagarlas sin incurrir en quebranto familiar pertenece al secreto de sumario…
Famosas y muy celebradas fueron, así mismo, las coplillas que le dedicó a la Juana, vendedora ambulante que venía en una burra cargada con los adelantos comerciales de aquellos tiempos, para pasmo y deleite de los autóctonos:
Demos gracias a La Juana
que nos trae cremas Nivea
que se untan las bonicas,
también se untan las feas.
Se untan a manos llenas
por de día y de noche
y les reluce la cara
como la berlina ‘un coche.
Fue Benardo el primer poeta oficial del pueblo, para lo que estaba especialmente dotado: poseía un talento natural para versificar extraordinario. Benardo fue inmensamente popular como compositor de letras para comparsas en los carnavales del pueblo. De verbo pronto y ágil improvisación, ha sido reconocido como uno de los vates más ingeniosos en la historia de Comacón. He aquí la selección de sus rimas: publicada en el libro Comacón- Cacín forever, del que copiamos este extracto:
A) Sobre el miedo casi congénito de los locales relativo a la amenaza que supone estar justo debajo de un pantano tan enorme e inquietante como el de los Bermejales, siempre temerosos de que “reviente” y arrase el pueblo:
He tenío una gran noticia
que m’ enterao en Onil
de las cosas que han pasado
en mi pueblo, en Cacín.
Me dijeron que al pantano
le abrieron una compuerta
y la gente se acostaba
con l’ alpargatas puestas.
El río se desbordó
y llegó hasta la terrera
los espárragos enterró
a Miguelico “las higueras”.
Se anegaron todas las vegas
se llevó hasta el chiringuito
también los malacatones
de Paquillo el Negrito.
Las gentes están contentas
todos viven muy a gusto
pero con este pantano
tienen todos mucho susto.
El Salero a las siete
dicen que cerraba el bar
a la Puri la pillaba
y se iba a dormir a Graná.
Al otro día se venía
por la mañana temprano,
y en el cahorro decía
pues no ha reventao el pantano.
Si el pantano se revienta
no tengáis cuidao chiquillas
que os saldrá bien barato
el viaje para Sevilla.
Con esto me despido
debéis de tener en cuenta
que podéis estar tranquilos
que el pantano no revienta.
B) Consideraciones sobe los placeres de vivir en el campo, y más aún en Cacín:
Este pueblo de Cacín
está a estilo capital,
con una emisora nueva
y otras cuantas cosas más.
Va por el medio la plaza
esta hermosa carretera
en medio la fuente el agua
con jardines a la vera.
Al pilar van las mocicas
Y también van las casás
a por agua p’al puchero
que la da el municipal.
Tenemos muy buena alsina
p’al que quiere ir a Graná.
en la puerta de Emeterio
ahí tiene su pará.
Pero un defecto tenemos
para no vivir a gusto
es que con esto ‘el pantano
tenemos tós mucho susto.
C) Versos para solicitar permiso a la autoridad competente (mi tío Vicente, el alcalde a la sazón) y poder principiar las fiestas:
Señor don Vicente Pérez
alcalde de este pueblo
a su puerta hemos llegado
a saludarlo venemos.
Y le pedimos permiso
que esperamos nos dará.
to la gente está lampando
que empiecen las fiestas ya.
A la puerta de la Iglesia
hemos llegado a cantar
visitamos al Señor
que es la base principal.
Saludamo’ a San José,
a la Virgen los Dolores
y a San Isidro también
patrón de los labradores.
Como cristianos pedimos,
que nos dé salud y suerte
nos eche su bendición
y nos aleje de la muerte.
Señor, tú que eres tan grande
tan poderoso y honrao,
échanos tu bendición
y libranos del pecao.
Que vivan todos los santos
de esta Iglesia en general
con esto nos despedimos
tocando la marcha real.
D) A la Demetria (mujer de Demetrio “el pajarero”) se le quemaron las crías de pollos, en su intento de aliviarles el frío encendiéndoles la hornilla del gas:
En la casa la Dimetria
ya veréis lo que ha pasao
según dicen las noticias
los pollos se le han quemao.
Los pollos tenían frío
no paraban de piar
la Demetria los calienta
con la hornilla del gas.
Se puso a escuchar los discos
y los puso en el rincón
la pobre no se dio cuenta
Y se le hicieron carbón.
Y el marío mu’enritao
le dijo a la mujer
ya están los pollos asaos
ya te los puedes comer.
Los pollos se te han quemao
Por culpa de la emisora
para este año que viene
compras una incubadora.
Que las cosas que te pasan
no se pueden ni contar
quién ha visto criar pollos
con la hornilla del gas.
¡Un verdadero talento!
Puesto al habla con Antonio Ciruela Moles, el hijo del Lolo del cortijo Capacha y Paquita la de Consuelo, me traslada los siguiente:
“Sobre mi tío Benardo, empezaré diciéndote que era un alma blanca como de las que de las que tú comentas en tu libro. Su aspiración en la vida era pasárselo bien, y poco más. Nunca se acabó de adaptar de todo a esta tierra tan diferente [Se refiere a Onil, a donde emigró a mediados de los años 60 del siglo pasado] a nuestro Cacín. Como te dije, era hermano de mi madre, y eran muy parecidos.
(Foto cortesía de Antonio Ciruela)
Él, donde realmente estaba a gusto, era en las bodas y reuniones familiares, donde, después del café y la sidra, se metía en su papel, y a todo le sacaban una coplilla. Y a todo el mundo le gustaba estar a su lado.
Cuando vino por aquí, como todos, buscando el futuro, vino primero él solo, y se quedó en casa de una hermana de él. Como la casa era tan pequeña, partieron la habitación con una manta; y él, con sus cosas y sus bromas, ataba un zapato a la punta de la escoba y lo levantaba por encima de la manta, con el consiguiente cachondeo y risas.
Donde él se encontraba muy a gusto era en el hogar del pensionista. El 90% estaba formado por andaluces de Fornes, Cúllar Baza, etc. Alli se tomaban sus botellas de vino, y ya empezaban las bromas.
(Foto cortesía de Antonio Ciruela)
Mi tío era un férreo defensor de Cacín; sobre todo, cuando pugnaba con los de Onil sobre los manchos. Él decía que los manchos eran de Cacín, no de aquí…”
Antonio ha tenido la gentileza de recopilar estas coplas de su tío Benardo para este texto:
A las mocitas del pueblo
le tenemos que encargar
no dejen la puerta abierta
cuando se van a lavar.
No vaya a ser que les pase
lo mismo que a la Tomilla
que la guarra de la Carmen
se le comió la morcilla.
Lucrecia fue a ca la Carmen
formando grandes aspavientos
si no me pagan los daños
yo daré conocimiento.
“¿Qué daños te viá pagar? “
“¡El daño de las morcillas!”
Y la Carmen le decía:
“¡Pues no las pongas en las sillas!”
En el barrio poca harina
señores le voy a contar
están haciendo una barca
para enseñarse a nadar.
En la puerta de Valentín
se forman grandes pantanos
Valentín rompió la tapia
y le echó el agua a Mariano.
Cuando Mariano vio el agua
que le entraba en la cocina
fue diciéndole a su hermano:
“¡Me ha buscado la ruina!”.
Esa pareja que baila
qué parejitas que son
una parece una espuerta
y el otro parece un serón.
Ayer tarde fui al molino
por ver a la molinera
y me hicieron que pasara
el río sin pasaeras.
Apearla que se mea
y se le pudre la lana
al otro día de mañana
corchones en la ventanas.
Arbolito arbolito
échame nueces,
échamelas a pares,
cuatro en dos veces.
Si a perrilla me pagaran
la arroba que te quiero,
en el banco de Melilla
no cogían los dineros,
Canta chiquilla canta
y olvida tus penas,
que viene un barco de novios
a perrilla la docena.
Metí leña en tu corral
pensando que me querías,
ahora veo que no me quieres
pues dame la leña que es mía.
Por su parte, la hija de Benardo, Olimpia (Oli), nos ha facilitado una selección de poesías de su padre, que gustosamente reproducimos aquí…
LA ANGUSTIAS
Pongan atención señores
De un caso que voy a contar
De una señora que vive
En medio la calle Real.
Conocerán a la monja
También a Miguel cariño
Se disgustaron un día
Por culpa de unos guarrillos.
Un día estaba la Angustias
Haciendo un poco jabón
Y un guarrillo que entró allí
Le dio un palo y lo arrengó.
En este acto señores
se le presenta Miguel
Tienes que pagarme el guarro
Antes de que pase este mes.
La Angustia le decía
con toda la cara dura
Los dineros que tenia
Lo he gastao en la dentadura.
EN BUSCA DE NOVIA
Don Antonio Peregrina
es un hombre de virtud
lo vimos encaminarse
hacia la cueva la luz.
El hombre le preguntó
al muchacho qué quería
y el muchacho contestó
yo vengo a hablar con su hija.
Para yo darte permiso
me tienes que machacar
media arroba de esparto
y costearme de gas.
El muchacho muy contento
el esparto machacó
no se pusieron de acuerdo
y el pobre lo perdió tó.
Como salía corriendo
y cansao de machacar
el pobre no se dio cuenta
que el perro corría detrás.
Como venía preocupado
pensando en su mala suerte
cuando el perro le mordió
ya se le enmendó la suerte.
Y aquí termina la historia
de este muchacho infeliz
si quieres novia en cortijo
pregunta antes de ir.
[Continúa en la segunda parte, en la que Oli nos recuerda muchas de las poesías de su padre, y nos ayuda a efectuar un recorrido por la vida de “Benardo”, sus vicisitudes y avatares, y cómo logró sobrevivir a unos tiempos difíciles, a base de coraje, gallardía y optimismo].