La Cueva de los Molinos, junto al molino de "San Francisco", al lado de la denominada "Acequia Alta", donde se encontraron hallazgos arqueológicos del Neolítico Medio, hacia el IV milenio a. C., es un loable y triste a la vez ejemplo de comportamiento ciudadano y de expolio.
El Neolítico en la comarca (I). La cueva de los molinos, ciudadanía y expolio
"Alhama, histórica"
Andrés García Maldonado
Si no abundan los yacimientos que se conocen en la actualidad que correspondan al Paleolítico, salvo los que hemos relacionado en el artículo anterior de esta sección, los que se fueron por vez primera incluyendo en un estudio en referencia con Alhama en concreto, y gracias a los profesores e investigadores Barroso Ruiz, Hablin y Medina Lara, así como a la misma María del Carmen Castillo, hace ya bastantes años, los yacimientos que se conocen en la actualidad adscritos al Neolítico en nuestra zona son importantes, viniendo varios de ellos siendo estudiados desde el último tercio del siglo XIX.
Cronológicamente, el Neolítico viene a abarcar desde el año 5000 al 2500 a. C. Dividiéndose en los siguientes periodos:
Inicial. (5000-4200 a.C.): En nuestra comarca no hay documentación de esta etapa, exceptuando el Vaso de Cacín, con decoración impresa cardial, pero que no tiene localización ni estratigrafía. (5000-4200 a.C.).
Medio (4200-3200 a. C.): En esta fase habría que situar la Cueva de los Molinos. No antes del IV milenio anterior al nacimiento de Cristo.
Final (3200-2500 a. C.): La mayoría de los yacimientos pertenecen a este período, como la Cueva de la Mujer, la Cueva del Agua y los yacimientos de Sierra Gorda (Sima Rica, Sima de la Maquila, Sima del Carburero y Sima del Conejo).
Así, siguiendo los periodos cronológicamente, corresponde hoy, siempre en el sentido de síntesis divulgativa, sin mayor pretensión, referirnos a la Cueva de los Molinos, tan visible el lugar de su ubicación que cualquier persona, asomándose a nuestros Tajos, allí lo observa junto al molino que se ha convertido en ruinas.
Por lo tanto, la cueva está situado junto al núcleo urbano de Alhama, en un paraje conocido como “El Cañón”, frente a la antigua fábrica de harinas “San Francisco”. Los primeros restos materiales se descubrieron en 1968 y desde entonces fueron varios los procesos de expoliación. Materiales de esta cueva circularon por algunas colecciones privadas en el pueblo, otros fueron limpia y ciudadanamente entregados a las instituciones que correspondía, como ahora veremos y en ocasiones anteriores hemos comentado, como fue el caso de los que estaban en posesión del recientemente fallecido y buen amigo y alhameño Miguel Castillo.
En el año 1974, uno de los barrenos que se hizo estallar en la parte alta de la cantera de este lugar puso al descubierto una grieta en la que se halló un enterramiento cuyos restos fueron remitidos al Laboratorio de Antropología por el médico y buen alhameño Antonio Pastor y por el estudioso e igualmente buen alhameño Manuel Vinuesa.
Se conservaba junto a los restos humanos un ajuar compuesto por cuatro hachas pulimentadas de basalto de distinto tamaño -una de ellas alcanzaba veintisiete centímetros de longitud-, dos grandes hojas de silex de sección trapezoidal de las cuales una tenía una longitud de veinte centímetros y una anchura de tres, y un fragmento de cerámica a la almagra.
Con el fin de documentar mejor este enterramiento que apareció en una de las grietas, se realizó en 1975 una visita y prospección por parte de Manuel García Sánchez, Cayetano Aníbal y José Corral, recogiéndose una gran cantidad de material que fue entregado en el Departamento de Prehistoria de Granada.
En el transcurso del periodo de entre los años citados, junto a las actitudes irresponsables de algunos de efectuar “excavaciones” por y para su cuenta, en relación a esta cueva, se dieron los comportamientos ejemplares de personas, como los citados Antonio Pastor Fernández y Manuel Vinuesa Jiménez del Barco, que se hicieron y entregaron hallazgos en distintas ocasiones, al igual que Miguel Castillo Castro, que recibiendo o consiguiendo valiosos objetos pertenecientes a este yacimiento facilitó que éstos pasasen a los centros correspondientes para su estudio y conservación.
La ubicación referida inexistente en la actualidad
En resumen, el material estaba muy disperso, era abundante, creo que no todo fue estudiado y ninguno tenía referencia estratigráfica por proceder de recogidas superficiales.
La cerámica de la Cueva de los Molinos denota una extraordinaria calidad técnica, aspecto que no es frecuente encontrar en conjuntos completos de otros yacimientos. La cerámica lisa aparece en menor proporción que la decorada; las formas documentadas son cuencos, con asas de cinta (sencillas o dobles) situadas en la panza, y ollas globulares provistas de grandes mamelones de lengüeta horizontal situados cerca del borde. Aparte de estas formas se documentó un vasito de forma ovoide.
La cerámica decorada es el elemento más variado del yacimiento. Las formas documentadas son variadas: ollas o cuencos de paredes entrantes, ollas esféricas y globulares de cuello indicado. También son variados los elementos de prensión: mamelones, asas de cinta, asas-pitorro y asas de túnel.
En cuanto a la decoración se puede decir que abundan las cerámicas incisas, las pintadas a la almagra y las que tiene decoración en relieve, cordones. La calidad técnica es muy buena, sin embargo, los esquemas compositivos no son variados ni ofrecen originalidad.
En hueso se encontraron dos piezas: un punzón, completo, con punta aguzada y extremo trabajado en bisel, y una pieza tubular, de 122 mm., recta y de superficies muy bien pulidas.
Por último, a excepción de un núcleo de sílex, todos los objetos de piedra encontrados en el material recopilado son brazaletes de calcita, cuatro de ellos estriados y dos lisos.
Cronología: por las características tipológicas y decorativas de este conjunto de materiales, sin estratigrafía, hay que transcribir de los estudiosos que todos muestran suficientes paralelismos con otros conjuntos estratigráficamente bien situados en el Neolítico Medio de la región y de Levante como para ser situados en un momento de plenitud de la Cultura de las Cuevas, después de iniciado el IV milenio antes de Cristo.