En Zafarraya se le denomina la Iglesia Vieja. Sin embargo, ni fue iglesia, pues en su recinto no se llegó a celebrar culto religioso alguno, ni es vieja pues, en todo caso son unas ruinas que lograron mantenerse erguidas tras el terrible terremoto de Andalucía de 1884, y que, milagrosamente, ha perdurado hasta nuestros días, convirtiendo en la imagen típica y tópica de esta localidad pues se ha reproducido en carteles, folletos turísticos y portadas de libro. Las obras de rehabilitación, realizadas por la empresa Dinamo Cultural, han requerido una inversión cercana a los 90.000 euros.
Gracias a la iniciativa del ayuntamiento y apoyo del Consorcio para el Desarrollo Sostenible del Poniente Granadino, está a punto de ser recuperado como edificio socio-cultural, espacio de convivencia e hito turístico de la localidad. Tras una pormenorizada descripción de los restos y algunos curiosos datos históricos, José Antonio Moreno, autor del libro “Zafarraya”, editado por el propio ayuntamiento en julio de 1987, lanzaba a los cuatro vientos sus quejas pues los vecinos habían convertido este espacio en cocheras, las palomas horadaban sus muros y “su maravilloso espacio interior está pidiendo un uso más cultural y colectivo”. Pues bien, por fin tras dos décadas de abandono el ayuntamiento zafarrayero solicitaba a la empresa Dinamo Cultural un proyecto rehabilitación y posterior puesta en valor del edificio que está a punto de concluirse y para el que el consistorio ha contado con la colaboración dela Asociación para el Desarrollo sostenible del Poniente Granadino. El coste de las distintas actuaciones ha supuesto una inversión aproximada de 90.000 euros.
Puesta en valor
Manuel León, director técnico de la empresa restauradora, nos ha informado de que el proceso de ejecución del proyecto “Rehabilitación y puesta en valor de la Iglesia Vieja de Zafarraya” se iniciaba en 2008. La primera fase consistente en la recuperación de la estructura del edificio está concluida y la segunda –iluminación, adecuación y puesta a punto- tiene que finalizarse antes de que finalice 2009”. Así mismo, nos cuenta que la primera fase no ha sido fácil debido al avanzado estado de deterioro del que curiosamente es el símbolo turístico de la localidad. La segunda parte es su preparación para amortizar este edificio que no tenía cautela patrimonial pues no era propiedad eclesiástica pues antes de entrar en uso sucedió el seismo de 1884. Por ello, el ayuntamiento ha decidido su recuperación para poder celebrar actos culturales (escenario musical, feria del libro, turismo, …) E incluso, el ayuntamiento está promoviendo la posibilidad de colocar una cubierta de lona y metal que cubra el edificio pero eso ya requería otro proyecto.
Trabajos realizados
Por ahora, se han apuntalado la mayor parte de los arcos y recuperado los volúmenes de pilares y muros, también se ha recuperado el muro de cierre en uno de los laterales para generar el espacio de volumen interno, se ha limpiado toda la estructura con productos químicos no agresivos, para “dejar algo comprensible y para ser usado como espacio público”. En este proceso, realizado mano a mano con la Diputación de Granada, ha intervenido un equipo de unas diez personas que ha posibilitado detectar todas las patologías constructivas que una vez analizadas sirvieron para la redacción del proyecto de rehabilitación y plan de uso para convertirlo en un espacio para la convivencia que está situado en un sitio muy céntrico y con muchas posibilidades. De hecho, aunque no están totalmente concluidas las obras de iluminación artística, ya están funcionando parte de ellas y “las imágenes que se pueden observar por la noche son preciosas, nos comenta un vecino.
La empresa que ha llevado estos trabajos ha sido Dinamo Cultural perteneciente al Grupo Lógica, con sede en Sevilla. Su principal dedicación es la puesta en valor integral del patrimonio cultural y natural. Entre los proyectos en los que están interviniendo están las termas de Herrera, y han intervenido en Écija y Santi Ponce (Itálica), siendo el de Zafarraya su primera intervención en Granada por lo que la califican como “su pica en Flandes”.
LA IGLESIA VIEJA, por José A. Moreno (págs. 32 y 33 de su libro "Zafarraya", Ayto. de Zafarraya, 1987.
"No puede faltar en un libro sobre Zafarraya una descripción del mejor de sus edificios. La iglesia de las chozas estaba junto a la actual casa Parroquial, en un sitio que era hdsta hace poco mirador natural hacia el Llano, y debía ser muy pequeña. Por esto, a mediados del s. XIX se quiso hacer una nueva más arriba, en la coronación de la Pedriza, apiñando alrededor suyo las chozas y las casas de los más ricos.
Todo el mundo da por cierto que el dinero lo dio Narváez; Ramón Maria Narváez, el «espadón de Loja», general conservador, representante y defensor de los intereses del latifundio andaluz, que subió al poder y bajó del mismo en los varios vaivenes conservadores-liberales del s. XIX, venía huyendo de incógnito, según cuentan los mayores, tal vez durante el bieno progresista 1854-56. Venía a pie, contra su costumbre y dignidad, subiendo desde Vélez Málaga, tal vez para esconderse por estos andurriales cuando le alcanzó un tal Vivas de Zafarraya , que subía con sus bestias de haber vendido grano en Málaga; trabaron conversación y el general le declaró al campesino su precaria situación, ofreciéndole éste su caballería y su casa como refugio; y en ella estuvo escondido por un tiempo, sin que ni la criada del tal Vivas llegase a saber que allí estaba. Cuando le llegaron noticias del cambio de aire político, viajó a Granada y los Rodríguez Acosta le ayudaron a llegar a Madrid, donde de nuevo tomó las riendas del cotarro. Cuando el labriego se presentó un día en la Villa y Corte preguntando por Narváez, éste le recibió con un gran abrazo, ante la admiración de sus edecanes. Tal vez fue Vivas quien le propuso que edificara la iglesia, lo que concedió el General con mucho gusto, encargando al arquitecto que edificó la Merced de Málaga, hoy también destruida, y con el mismo plano de la malagueña. Y, desde luego, se lució, porque la iglesia de Zafarraya es una virguería arquitectónica, a tenor de las ruinas que quedan. Permanece toda la nave central, con el arco que da al crucero, la pared exterior oeste y el sitio del altar mayor; los tejados eran a dos aguas, con artesonado de madera; los muros de cuarterones rectangulares de blanquísima piedra entre hileras de ladrillo rojo. El estilo es neoclásico, de aspecto compacto y pesado por fuera, pero la considerable altura de los mismos y la graciosa estructura de las pilastras y arcos interiores la hacen esbelta; su aspecto hoy es de un color apagado.
La amplia nave central forma crucero con otra más corta, que hoy es pasadizo, teniendo otras dos naves laterales más bajas; en la cabecera de la nave principal estaba el altar mayor, del que nadie recuerda si era retablo, ni se conocen cuadros o imágenes de valor que hubiera en ella. La cúpula, totalmente desaparecida, podría ser de media naranja o cuadrangular, apoyada en cuatro arcos torales soberbios, ligeramente de herradura, según el único que aún queda. La fachada tiene puerta grande, con arco de medio cañón y frontón de ladrillo; no se sabe dónde iria la torre, si la llevaba. La estructura interior resulta bellísima por el juego de arcos y pilastras, y el exte7 rior da la impresión de solidez y solemnidad; «muy chula», dicen los críos.
Fue solar de cocheras que, afortunadamente, desaparecieron de derecho; tiene unos jardincillos adosados y la atraviesa una calle. No faltan buenos propósitos con este edificio, pero no se realizan; los jardincillos dan una innecesaria humedad a sus muros, los camiones y coches siguen aparcando de hecho, las palomas horadan los muros y su maravilloso espacio interior está pidiendo un uso más cultural y colectivo.
Y esta descripción del mejor monumento de todos estos alrededores cierra el capítulo de las viejas tradiciones, leyendas e historias del siglo que hace rato se marchó".